4/01/2003

La casa de G. es retrato de los 70, desde los rosetones de mamposter�a hasta un nueble de madera con la vajilla y recuerdos. Sus padres cumplieron 30 a�os de casados y T., la novia de G., se encarg� de poner adornos con globos que ten�an un n�mero 30, adem�s de comprarles sus botones a los futuros suegros. Chico, el hermano obviamente menor de G., tiene una banda de punk, se emociona al contarlo, puede verse en sus ojos. Ambiente familiar en departamento estilo "M�xico", dos plantas en una especie de privada. La cena estuvo sabrosa, aunque para Thelma demasiado grasosa: spaguetti horneado, lomo de cerdo, pure de pap�s, luego gelatina de zanahoria y pastel.
La charla posterior fue sencilla, desde m�sica hasta caricaturas, pasando en momentos por el show bissnes de ciertas bandas. G. es un tipo muy alivianado, la visi�n del mundo que proyecta es bastante correcta, te da confianza con mucha facilidad. Hablamos de Bellatin, de los mitos que circulan alrededor de la ausencia de su mano, del garfio y sus aficiones. Luego, recordar fases pasadas, hablar de las mitolog�as poblanas, los c�rculos literaletrosos del ranchote... No le va mal, el a�o pasado estuvo en Alemania, este a�o se compr� un coche y no dudo que en breve consiga una casa. Vive en el DF, es carnalito de much�sima banda, pasando por los lugares comunes chilangos como Fadanelli.
Hoy me reenvi� la convocatoria de un certamen para una antolog�a en cierta editorial que me recuerda un insulto que me propinaron en la vacalactica: "este muchachito Mart�n Corona, cuya escritura recuerda a los m�s apestosos momentos de la colecci�n El Volador". Me doli�.
Ahora re pensar en el cuento por enviar, determinar qu� de lo existente vale la pena y qu� de lo posteado por aqu� podr�a funcionar como arranque, creo que el reto de hacer un cuento que valga la pena en escaza una semana, a la vez que se preparan documentos para pedir chiqui becas, es poco m�s que interesante.
Ahora vivo, no m�s llamadas en cualquier momento exigiendo mi presencia en... el culo del mundo. No m�s reclamos. No m�s contra nadie, s�lo contra m�mismo. Por el momento hace falta un ba�o, salir corriendo al ensayo de Anatol, luego estudiar Katakana que no acaba de entrar en mi cabeza y, luego del par de horas en clase de Obba Yukari San, volver a casa, cenar algo ligero y clavarse, sambullirse hasta el fondo de SPAM, de una vez por todas.

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