4/02/2004

NOSTALGIA



Recordar algo que nunca se ha presenciado es imbécil.

"Retrato del artista siendo imbécil" se llama el blog del buen José Homero.
Cuando era pequeño, muy pequeño, el Señor Rojo me llevaba a pasear por las callejuelas de Naolinco, muy de mañana, con la bruma hasta el piso.
Recuerdo que un día salimos antes de las seis am de casa de don Pepe Dorantes. Caminamos la estrecha subida y llegamos al parque, depués... no recuerdo bien, quizá por la casa-cantina de la tía...
Y entonces comenzar a subir un pequeño cerro para llegar a ver una tupida nube de niebla que iba siendo adelgazada por la entrada lenta de los rayos del sol.
De pronto, a lo lejos, podía mirarse la caída larga del agua, en forma de una cascada pequeña metida entre el verde de la vegetación.
Era la cascada de Naolinco, que mañana a mañana, del par de semanas que pasé con el Señor Rojo allá, íbamos a ver al salir de madrugada a caminar.
"La Danza", cuyas máscaras, vestimentas y enseres llenaban la casa de don Pepé Dorantes, era el evento del año. Escuhé varias historias sobre la daza, que al grito de "Viva San Mateo" iban cortando dedos y dejando marcadas con la parte plana del machete las espaldas de los Negros.
"No sé de dónde chingaa madre viene la Danza, pero los Naolinqueños nos rompemos la puta madre ahí". Me parece escuchar a Pepé. Entonces el Señor Rojo Soreía, mientras daba de martillazos a la forja de espadas y la hechura de espuelas.
Ahh, lo de imbécil quedó pendiente. Me parece ver la danza, escribí un cuento alguna vez (El Diablo Grande), pero nunca he estado en Naolinco el día de San Mateo.

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