6/19/2004

ZA ZA ZA MESA QUE MÁS APLAUDA "LA REVANCHA"

Confluencia entre Sonora, Veracruz y DF, ahora toca el turno a los comunicòlocos de hablar sobre el afamado ZA ZA ZA.



LA GLOCALIDAD DE LA MESA QUE MÁS APLAUDA

Por Enrique Rivera Guerrero* y Germán Martínez Aceves**

Para Danny, quien siempre está presente.

“Mesa que más aplauda...mesa que más aplauda...le mando, le mando, le mando a la niña....”
Ritmo, frase, tonada que encontró el resorte exacto que hace brincar al deseo, el desmadre y la identidad inmediata de los barrios y las colonias de Veracruz.
Río Medio, Buena Vista, Maniobrista, Quinta Etapa, La 21, La Cuauhtemoc, Colonia Centro, Zaragoza, La Huaca, Costa de Oro, Costa Verde, El Virginia, El Reforma, Mocambo, Boca del Río, El Manantial, La Carranza son vecindades, colonias y fraccionamientos asentados en la zona conurbana de los municipios de Veracruz y Boca del Río.
Estos comprenden diferentes estratos económicos y clases sociales de aquellas ciudades ¿porqué eran escuchados con ritmo por un chofer y su pasaje en un ruletero en Hermosillo?
Xalapa, Orizaba, Córdoba, Poza Rica, Minatitlán, Coatzacoalcos, Ciudad Mendoza, Alvarado, Ciudad Cardel, son algunas de las ciudades del estado de Veracruz, que acomodadas dentro de una canción ponen a bailar a la gente desde Mérida a Hermosillo, al menos en lo que me consta.
Los clubes de la Primera División del Fútbol Mexicano como el Irapuato, Monarcas, Monterrey, Necaxa, Toluca, Cruz Azul, Pumas, Chivas, América y los Tiburones Rojos ¿cómo ocurre que sus nombres son bailados en una región como la sonorense, dónde el béisbol es históricamente el deporte más popular?
Y ahí está como tonada que se volvió lujuria en el antro, ambiente en el carnaval y sorprendentemente, éxito nacional e internacional gracias a la transferencia de la Internet y los MP3. “La conectividad compleja debilita los lazos de la cultura con el lugar” dice John Tomlinson en Globalización y Cultura, (2001, p. 34).

¡¿Qué tenemos DJ rápidamente?!
“¡Za, Za, Za, Yacuzá, Yacuzá!”, dice la canción fácil y pegajosa que es un éxito discográfico del grupo Clímax integrado por ocho bailarinas, un DJ (Lápiz), un rapero (Grillo) y Óscar Fuentes, mejor conocido como Óskkar Lobo, con “Mesa que más aplauda” y 70 mil copias vendidas.
Por Clímax también se conoce un antro, de hecho el nombre del grupo proviene de ese lugar que cuenta con tres sucursales donde se oferta el ocio sexual en la zona de Veracruz y Boca del Río.
La curiosidad de conocer el lugar donde nació “Mesa que más aplauda” le da otro toque de aventura a las noches tibias, rumbosas y cachondas de Veracruz.
“Son tus noches diluvio de estrellas, palmera y mujer” inmortalizó Agustín Lara, eran otros tiempos, algo queda.
El puerto y el mar son la combinación que invitan por siempre a transitar por los caminos del mal, de la broza, de Los Portales de los antros, los “taibols” y sí, a veces, de las mujeres ocasionales que se muestran voluptuosas y deseosas entre las luces cachondas de la madrugada.
Del centro histórico del Cuatro Veces Heroico Puerto de Veracruz, le pedimos al taxista que nos llevara al Clímax…sin albur. Queríamos conocer el lugar de dónde surgió esa famosa canción que está por “todo el mundo”. El chofer trató de persuadirnos y de llevarnos al Exxxtasis…que tampoco se malentienda. Seguramente nos quiso conducir a ese otro antro porque la administración le recompensa con una comisión monetaria por llevarnos como clientes.
Insistimos, queremos conocer el lugar de origen de la rola, además, estamos festejando un cumpleaños. Por 45 pesos nos llevó de los terrenos Veracruz Puerto a su vecino del sur, Boca del Río.
Llegar al Clímax adecuado, habiendo tres en Veracruz, es como jugar al Tris. Ni el taxista, ni la publicidad, ni nadie sabe exactamente dónde estará Óskkar Lobo, el vocalista que arma el desmadre con su pegajosa melodía junto con sus dos compinches musicales. Es moda y como tal desaparecerá como llegó. Vivirlo hoy y olvidarlo para siempre es la divisa del éxito del momento.
¡Pero cómo! Hace unos años esa estructura en la oscuridad del mal alumbrado público era un bar de mala muerte durante la noche y un restaurancillo de día frente al mall de Plaza Américas, ahora parece ser un punto de atracción turística más importante que San Juan de Ulúa o El Gran Café de La Parroquia.
Arriba de este lugar hay un letrero luminoso con la marca patrocinadora de la cervecería, afuera sobre la avenida están estacionados cuatro taxis en hilera y en la puerta de entrada dos guardias de seguridad nos hicieron la inspección de rutina. Nos retuvieron las cámaras fotográficas. Podemos pasar. Sin consumo mínimo y No Cover.
La humedad del interior no tenía mucha diferencia con el ambiente sofocado del exterior. El lugar estaba atestado, nos abrimos paso, fue difícil lograr conseguir un lugar para sentarnos, esperamos de pie hasta que un mesero nos acomodó una mesa en uno de los costados de la pista.
La fortuna nos sonrió y llegamos justo a uno de los Clímax cuando Óskkar Lobo se despedía, claro, con el éxito del momento... “mesa que más aplauda, mesa que más aplauda” y las niñas deambulaban al ritmo de la contagiosa música, y el escuchar el nombre de la colonia o el barrio es un reencuentro con la identidad y unir los “chinga-a-su-madre” contra el América, una catarsis necesaria para sacudirse un poco el centralismo.
Óskkar, un tipo de complexión gruesa y dos flacos morenos extravagantemente ataviados, rodeados por chicas jóvenes en bikini, tangas, baby doll que animaban el ambiente, paradas sobre una pierna y la otra en el aire, se meneaban con la mímica de nalguear a alguien imaginario enfrente de ellas.
Regalaron discos y tiraron camisetas estampadas a los clientes que en su mayoría eran hombres, aunque en una de las mesas también había muchachas clientas que parecen turistas, visitantes, paseantes. El obeso tomó aire, se inclinó hacia un lado y gritó en su micrófono “¡¿Qué tenemos DJ rápidamente?!”.
No cabe duda, la música, el exceso de sonidos, la embriaguez del momento, el recibir CD pirata o camisetas que vuelan desde el escenario se convierten en trofeos que deviene felicidad... y qué es lo que se busca sino la alegría, el desfogue, la libertad, la pachanga; todo ello reprimido por-siempre-toda-la-vida.


Mesa que más aplauda
Este giro popularmente conocido como Table Dance cuyo origen se remonta al burlesque, dónde la mirada de los varones no desnuda a la mujer, que en una secuencia de coreografías y ritmos cadenciosos o no tanto, ella va y viene sobre una pasarela y se desviste la poca ropa que de por sí ya traía puesta, para el regocije de los mirones que consumen cervezas y otras bebidas. Denigrante para algunos, enfermo para otros, tan válido en la infraestructura cultural urbana como una biblioteca, para unos más.
Las “niñas” de todos colores y sabores deambulan entre las mesas, se exhiben en la pasarela, conceden “privados” que varían según la tarifa del cuerpo que se ofrece como esclavo en un mercado árabe.
Pasa el cachondeo y el manoseo público a las “niñas” que apenas son una introducción a Sodoma y Gomorra pero sin alcanzar los grados de la lujuria.
Los “boleteros” a través del ticket venden los roces que alguna de ellas, la que más le agrade al cliente, le puede propinar a su cuerpo durante una canción y tantas más que se compren. Es momento de practicar las tablas de multiplicar, tres por uno, dos por uno, el tiempo se quintuplica según la promoción.
Es un “sexy” si lo anterior ocurre en la mesa de consumo y frente a todos se, a diferencia de los apartados llamados “reservados” que en un cubículo de 2 x 2 metros y encerrados por una cortina transparente se logra una mayor intimidad de acuerdo a cómo y de a cuánto se entiendan ambos.
Y uno sabe, en las reglas básicas de “taibol”, que cuando menos un cuerpo en bikini o minifalda se restregará en los deseos masculinos de los parroquianos que sentirán las carnes firmes, sudorosas, perfumadas, llenas de brillantes ilusorios de las “niñas” que deambulan entre los humos del cigarro y el alcohol.
La canción que surgió de aquí hace bailar al público en diferentes pueblos y ciudades pequeñas, medianas o metrópolis a lo largo y ancho del país en bailes de graduación, quermeses de iglesia, festejos sindicales del Día del Maestro, antros, fiestas de cumpleaños, reuniones con amigos, por nombrar algunos casos no representativos.

He nacido rumbero y jarocho
Abierto a las extensiones territoriales nacionales mediante el sentir identitario de la región sociocultural, la canción referida dice: “los de Tabasco, los poblanos, los chilangos, de Durango, de Sonora, Sinaloa y todo el mundo…” era estar a merced de “El Jarocho” en cuya tarea de animador, apareció de un camerino para subirse a la pasarela a contar chistes, hacer carrillas, pedir aplausos a los ocupantes de las mesas, mandar saludos, buscar parecidos entre los clientes con personajes famosos y burlarse de ellos, además de coordinar concursos en una especie de persuasión y manipulación del discurso hacia los ahí reunidos para hacerlos aplaudir lo más posible con tal de tener “el chupe” gratis para toda la velada.
Llega entonces el show de “El Jarocho”, un cómico al más puro estilo de los albureros de las carpas. El señuelo son las “niñas” pero los ansiosos libidinosos que llenan el galerón se convierten de espectadores a actores y en medio de trampas verbales y juegos que enardecen a los asistentes, la homosexualidad hace su aparición guiada por “El Jarocho” que promete la gratuidad del chupe y el sexo como señuelo que pesca a más incautos que felizmente acaban siendo trasvestis que “no significa que sean putos, al contrario, para hacer lo que hacen aquí en el escenario es muestra de que son muy machos”. No hay más, el desmadre y la burla generalizada se convierte en el espectáculo máximo de la noche que provoca al sexo pero que sólo se realiza bajo las tarifas establecidas para ello.
“Es muy diferente ser pobre a ser puto, ¡cómprese un privado!”, “¡Hay que ser muy macho para besar a su mejor amigo!”, le decía a la concurrencia que empapada por el relajo le festejaba todas las ocurrencias y mentadas a los chilangos y a los americanistas organizadas por “El Jarocho”, vestido en ropas blancas, con un sombrero de paja, paliacate al cuello y una jaranita colgada al cuerpo…”¡Arriba los Tiburones!” aunque hayan ocupado el último lugar del torneo que recién concluido.
Y el Clímax llega al clímax, dan ganas de “privados” y más “chupe”, no importa que “el día después de mañana” sea encontrarse, como siempre, con la brutal realidad.
Más tarde las “niñas” hacen su streap tease con la misma aburrición de una cucaracha en un restaurante impecablemente limpio. Los contoneos de sus cuerpos, a veces llenos de celulitis o cicatrices de césareas, no alcanzan a ser ni el mínimo baile cachondo de las otroras rumberas. Las jovencitas, deliciosas por naturaleza, pierden su mirada en la lejanía de las paredes obscuras mientras mueven sus cuerpos en un intento de llegar al erotismo.
¿Por qué cuando Óskkar Lobo y el cómico están en el escenario la fiesta desemboca en el desmadre y cuando salen las chicas a la pista la aburrición está al filo de la navaja? ¿Por qué oír “Mesa que más aplauda” trasciende en el ánimo nacional y en cambio un “privado” con una de las “niñas” es una efímera introducción al deseo?

Perspectiva lo que esto pudiera significar
Según la nota de Renata González publicada en Mural, “Con motivo del primer aniversario del club, en agosto de 2003, Óskkar Lobo regaló 20 discos a los clientes más asiduos…a las dos semanas la piratería ya vendía discos al por mayor, la canción ya estaba en Internet, con letra y todo. Para diciembre el `Za, Za, Za` era una locura en todo el Estado (de Veracruz)”.
Genaro Aguirre, maestro en Comunicación e investigador en la Universidad Cristóbal Colón, nos dijo que “esta es una canción que se realizó para conmemorar el primer aniversario de Clímax, quizá el único antro que tiene tres sucursales en la ciudad y ha logrado un posicionamiento significativo entre los consumidores de este tipo de ofertas. La frase "la mesa que más aplauda", es una suerte de slogan para convocar a la concurrencia que luego pasó a ser un chascarrillo en todos los círculos de la ciudad”. (G. Aguirre, comunicación personal, 4 de junio de 2004).
Ósskar Lobo en entrevista publicada por el Grupo Reforma, señala: “Yo ponía la música a los clientes y los animaba a bailar, a estar contentos y hacer que consumieran más…En ese lugar (Clímax) les decía yo: `la mesa que más aplauda les mando un tequila, una cerveza`.
Prosigue, “cuando no había más souvenirs para regalar les decía a los clientes `si siguen aplaudiendo, las chicas van a su mesa y bailan`. Eso motivaba mucho a los clientes. Así que empecé a aumentarle a la canción”.
Sobre la melodía Genaro Aguirre recuerda que “la canción comenzó a sonar a principios de año (2004), para que pronto se convirtiera en un producto para consumir en todo tipo de fiesta y convocara al sacudimiento corporal a viejos y niños (no importó la generación, ni la clase social)”.
“Vino el carnaval y una de las invitadas especiales fue Ninel Conde, quien un mes después entrara a Big Brother y allí encontrara la vitrina para masificar el gusto por esta canción. En semana santa estuve en el DF y era junto al tránsito, la entidad sonora que construía la atmósfera de esa `ciudad acústica`. Para esto, antes, en febrero estuve en Toluca, y ya la canción comenzaba a sonar en los círculos universitarios (muy parecido a lo que ocurría aquí (en Veracruz))”.
Al respecto Óskkar Lobo apunta que “en enero de este año, Facundo Gómez y Omar Chaparro estuvieron en un evento de radio en Veracruz; escucharon el tema y lo llevaron al DF dónde lo empezaron a promover en la estación Vox FM”.
Dos meses después la canción ya formaba parte de la banda sonora de Big Brother VIP.
Música pirata de origen robada de los ritmos merengueros de la República Dominicana, pirata porque es parte de la esencia del mar, pirata porque la alegría es una copia de la felicidad eterna del Golfo, pirata por locura, pirata porque se roba a sí misma... “Mesa que más aplauda” ya no es del Clímax (antro de media tabla en la calidad taibolera), es de todos, de la calle, del taxi, del kínder que prepara el festival del 10 de mayo, de los niños de la calle, de los juniors de Acapulco, de los anodinos del Big Brother, de los estudiantes, las amas de casa, de los que aún tienen trabajo, de los desempleados, de los pobladores de este país, de los atrapados en Europa por su ritmo como Aserejé lo hizo en América, pero sin la exposición del libido como lo marca “mesa que más aplauda, mesa que más aplauda, le mando, le mando, le mando a la niña”.
Genaro Aguirre reflexiona, “al parecer esta es una muestra de cómo, ´sin querer queriendo´, desde las periferias y la clandestinidad de la industria cultural (donde la piratería ha sido clave), una melodía sin manufactura sofisticada, se convierte en una suerte de himno para el gozo, sin referente concreto alguno, mas que la puritita canción (y la letra si alguno ha puesto atención)”.
Aguirre finaliza, “El fenómeno, sin duda merece un mayor análisis…Siento que la canción es una forma de interpelar, de entrar por las fisuras que deja la hegemonía disquera, de la mano de los públicos y sus particulares gustos, y no de los moldes de legitimación industrial”.
Oskkar Lobo dice, “tuve varios acercamientos por parte de disqueras y acepté firmar con Musart, con los que grabamos el disco”.
Cuando el mesero lleva la cuenta, apenas comienza abrirse la puerta de la realidad. Es más sabroso vivir la cultura que analizarla. Esa noche del 27 de mayo, no fuimos la mesa que más aplaudimos, pero cómo nos divertimos.

* Licenciado en Comunicación por la Universidad de Sonora y Maestro en Comunicación por la Universidad Veracruzana, tuvo residencia en Colonia Centro, Costa Verde, Boca del Río y Xalapa, Veracruz, actualmente reside en Hermosillo, Sonora.
** Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana, trabaja en la Editorial de la Universidad Veracruzana, reside en Xalapa, Veracruz

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