8/05/2004
Misterios Anarquistas
Los trabajadores no deben venerar a ninguna autoridad, ni al rey, ni al general, ni al presidente, ni al artista, ni al piloto que cruza el Atlántico. Todos tenemos el deber de servir a la humanidad lo mejor posible en la medida de nuestras fuerzas y capacidades, de facilitarle la vida, alegrarla y encausar sus pensamientos hacia grandes metas. Cumplo mi deber ante la humanidad como siempre lo he hecho: como obrero, marinero, explorador, profesor particular en remotas rancherìas y ahora como escritor. No me siento como una persona que busque la fama. Me considero un trabajador dentro del género humano, sin nombre y sin renombre, como cualquier trabajador que cumple con su parte para hacer avanzar a la humanidad un paso más. Mis obras son importantes, mi personalidad no lo es, como tampoco la del zapatero que considera su deber fabricar zapatos de buena calidad que se ajusten a los piés de sus semejantes. (B.Traven-Marut)
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