12/21/2010

comidas poblanas


Para celebrar las posadas en Atlixco, un ponche con pambazo de longaniza en salsa, deliciosa combinación sólo comparable al mismo ponche con sus respectivas chalupitas.
¡Engordante y delicioso!


Un ejemplar de Tamalero en plenitud de alcances, con su bicicleta, su equipo de sonido de corneta zumbadora, las latas de tamales de dulce, de mole, verdes y jarochos (en jarochilandia Veracruz estos tamales son conocidos como rancheros). Acompañados de su champurrado y/o arroz con leche, además de que su tamal puede llevar la deliciosa presentación de una torta de agua. Así que si ud. quiere desayunar maravilloso en la colonia Tres Cruces en Puebla, no deje de atender a ese extraño sonido...

comidas poblanas



Para celebrar las posadas en Atlixco, un ponche con pambazo de longaniza en salsa, deliciosa combinación sólo comparable al mismo ponche con sus respectivas chalupitas.
¡Engordante y delicioso!


Un ejemplar de Tamalero en plenitud de alcances, con su bicicleta, su equipo de sonido de corneta zumbadora, las latas de tamales de dulce, de mole, verdes y jarochos (en jarochilandia Veracruz estos tamales son conocidos como rancheros). Acompañados de su champurrado y/o arroz con leche, además de que su tamal puede llevar la deliciosa presentación de una torta de agua. Así que si ud. quiere desayunar maravilloso en la colonia Tres Cruces en Puebla, no deje de atender a ese extraño sonido...

12/20/2010

Fotos desde el aparador


Durante la mañana terminamos gestiones y fuimos a hacer compras a la parte comercial del centro, luego fue tremenda el hambre y ni les cuento de los sombreros que compramos, o que vía celular pude estar preguntando a mis sobrinos sobre lo que querían. Nos detuvimos en ese pequeño restaurante que siempre está atiborrado de gente: "La Florecita", "es barato y bueno", dijo Alethia, Lupe no dudó y entramos.
Antes de ocupar las sillas tuvimos que esperar más de diez minutos a que se hubiera espacio en las mesas. Dos grupos de señoras discutían hasta casi pelear por una mesa, ¿quién llegó primero?, ¿quién sólo tomó el lugar y defiende lo indefendible?
Sin querer nos tocó la barra, con un enorme cristal enfrente, entre la calle y nosotros.
Un impulso me hizo sacar la cámara, ubicarla en un espacio sólido y comenzar a jugar. Cuando estaba en la librería siempre quise hacer algo como esto, pero la gente se comporta distinto en las vidrieras de las librerías.
El resultado es este, una muestra de minutos de panes, de viandántes, de una ciudad hermosa y colonial, colonizada y demencial.

11/26/2010

¡¡¡Tazos!!!!



Con la misma forma que las monedas, el valor de estos objetos depende de diversas cosas. Los niños de antaño jugábamos canicas, esas hermosas esferas que como gotas de agua rebotaban y salían y entraban de un círculo trazado en la tierra, pero ahora que la tierra se considera sucia y prácticamente dejó de existir en la cotidianidad de las ciudades, los amigos de Sabritas tuvieron que inventar un suplente de las canicas más plástico, aséptico, menos rústico, en fin, lúdico.
Si bien los tazos se pueden jugar sobre piso de tierra, no queda tan bien porque se rayan, se manchan y su vida útil se acorta. Sin duda los tazos son objetos similares a al dinero, de mucho valor para los chicos, en sus partidas se ganan o se pierden (como las canicas), pero éstos objetos pequeños se diseñaron para gente de ciudad o, por lo menos, para que los chicos valoren y juegen en los espacios pavimentados.



El juego consiste en azotar el tazo sobre una pila de los mismos objetos y darles la vuelta. Las variantes son enormes, como las canicas. Lo interesante es el origen de un tazo.
La compañía de chatarras envueltas en celofán de colores chillantes llamada Sabritas en México y Lais en sudamérica, intentó de diversas formas desde sus orígenes: calcomanías, pequeños muñecos, estampas coleccionables, pero el cúlmen de su éxito son sin duda los tazos.
Convertidos en todo un fetiche, no pocos chicos (y grandes) compran una y otra bolsa de botana salada y enchilada sólo para obtener un tazo. Al igual que las cajitas felices y veintemil productos más, la finalidad del comprador no es la calidad del producto o su practicidad cotidiana, sino el supuesto extra que hallarán en la compra.
Así, no hay cosa más decepcionante que abrir emocionado unos chetos y vaciar el contenido de los mismos en busca del apreciado tazo y, ante su ausencia, dejar el contenido olvidado por ahí, lo mismo que el coraje de haber invertido cinco pesos mexicanos (casi medio dolar) en nada.



Pensando en lo anterior, cada tazo cuesta en promedio cerca de medio dólar (dependiendo la botana que elijas). Ya que el producto no le importa a un obsesivo coleccionista y jugador de tazos, es decir que esos bocadillos salados y grasosos son un medio, no una finalidad, aunque de últimas aumente los índices de obesidad infantil del país.
En mi andar juglarezco me topo cotidianamente con chicos que tienen veinte o hasta cincuenta tazos, con los que juegan, van y vienen. Así, sumándolo, esos chicos, sus familias o las de otros que han sido despojados de los mentados juguetes traen a cuestas cerca de 25 a 30 dólares, traducido a pesos unos 300 a 500 pesos. Quizá no es su costo como tal, porque un pedazo de plástico aplastado en forma de mini tortilla no vale ni 10 centavos de peso mexicano, pero la inversión para obtener una colección de tazos suma un aproximado así.
No es de extrañarse que chicos cuyas familias viven con el salario mínimo sean los que tienen y juegan más con los tazos. De manera que una familia que se sostiene con 57.46 pesos diarios, unos 689.52 pesos a la quincena, un aproximado de 60 dólares, tiene a menudo hijos que juegan inocentemente con unos objetivos que valen (en inversión) lo mismo que gana el padre o madre de familia invirtiendo 96 horas en dos semanas.
Sin duda, las ganancias millonarias de esas empresas que nos venden bolsas de aire con unos cuantos bofitos (bofo puede ser sinónimo de vacío o en el diccionario: Esponjoso, blando y de poca consistencia) tienen mucho que ver en cosas como estas que no queremos ver.
Y no me voy de este punto sin mencionar la gran estafa en México, una empresa que compró todos los derechos de telefonía en la época del innombrable Carlos Salinas y ahora nos vende a todos los mexicanos TIEMPO-AIRE. Y reflexionemos rápidamente que el tiempo no existe y el aire es inasible, se puede vender el co2 o el carbono, el oxígeno, pero ¿el aire?
Así, una bolsa de botanas cuyo contenido no es ni el 20 por ciento de la misma, cuyo costo real no es ni el 10% de su valor en la tiendita o supermercado, nos vende en realidad aire, sí, el aire que rellena casi el 80% del empaque. Sí, lo compramos porque lo vemos al "aire" en los comerciales de televisión o simplemente porque es muy "práctico" cuando no se tiene otra cosa a la mano.
Como último dato simple, una bolsa con un centenar de canicas no rebasa los 25 pesos, dos dólares.



Los tazos siguen saliendo en las bolsas individuales de Sabritas, sólo en las individuales, en las grandes no. A menos que sean ediciones especiales que sólo vienen en formatos más caros.
Y todos sabemos que en cualquier producto el costo al menudeo genera mucha más ganancias.
Y durante su larga existencia se han impreso con figuras como: looney tunes, pokemon, Tiny Toons, Los Simpson, Bob Esponja, Sailor Moon, Yu-gi oh!, Hanna Barbaera, Dragon Ball, Sailor Moon, Mucha Lucha, Harry Potter,Ben 10, Futbol, spiderman, transformers, superhéroes de la liga de la justicia, lucha libre de las WWE... (y aquí le pido a los amables lectores que me envíen sus recuerdos tazosos para ir llenando este texto).
La lista de la cantidad de versiones que han tenido los tazos, lo mismo que tamaños, texturas y formas, puede abrirse casi al infinito, ya que cada determinado tiempo arrementen con nuevos modelos y diseños. Así que el álbum coleccionable de antaño quedó el olvido, un cromo cuadrado que debía ser pegado en su correspondiente quedó en deshuso. Hoy lo importante es jugar a quitarle los tazos al otro, coleccionar el ícono de moda en un objeto tan cercano al dinero, a la oblea consagrada de los católicos, al círculo con el que representaron muchas culturas al sol....





Según fuentes bloggers, los tazos comenzaron en Estados Unidos como una vuelta de tuerca para las tarjetas coleccionables de beisbol. Era una manera de seguir ganando con la nada, ya que cuando compras una tarjeta coleccionable lo que estás comprando es una imagen impresa, no la impresión ni el papel, sino la imagen, es decir, un imaginario, una idea en la que un grupo coincide en darle valor.
(Aush eso mismo es el dinero, las tarjetas de crédito, los cheques del banco...)
Entonces los tazos se inventaron precisamente para seguir dándole valor a cosas que en sí mismas no lo tienen. A mí, me viene muy sospechoso que a un niño le enseñes desde muy pequeño a que las cosas que no valen nada son valiocísimas; porque ya saben los maestros y los padres los berrinches, conflictos, peleas, enfados, riñas, golpes y sangre que provocan los benditos objetivos esos. De manera que desde la forma de jugar, vamos induciendo, condicionando. Si cuando tienes 5 años sabes lo importante de un tazo, lo cuidas, juegas-inviertes, ganas-pierdes, te vas haciendo de tu capitalito y al final... igual que con el dinero: nada. Por más tazos que acumules nunca eso cambiará tu ser en el mundo, ni siquiera social, aunque claro sí te da esa impresión en un pequeño universo: el de tu grupo de amigos.



Las fotos las tomé en Tepexi, Puebla, cuando fuimos a contar cuentos y dar talleres con el proyecto Carpas de Lectura. Me gustó mucho poder fotografiar a los chicos inmersos en el juego, con los tazos bailando o suspendidos en el aire. Escribí una parte de este texto y la envié a amigos, Julio Calvo me comentó que adhería, porque la situación no es privativa de México. Y claro siempre pasamos por la cosas sin si quiera imaginar todo lo que esconden, mucho menos en este mundo igualado y calcado, donde la globalización lo único que ha buscado (parafraseando a Alessandro Baricco) es que todo el mundo sea el mismo mercado, es decir que en todos lados se compre lo mismo.
Luego, Pita escribió: "A mí lo que me interesa, como tía y quizás algún día futuro padre de familia, es, ¿qué solución propones?" Entonces tuve que pensar en soluciones. Me parece que este mundo globalizado no necesita soluciones, precisamente la idea de solución parte de que existe un problema, y si bien pareciera que hablo de un problema, no es así en realidad.
Hablo de una realidad, hablo de lo que hay a mano y no reflexionamos, hablo porque alguien tiene que decir las cosas. Pero no es un problema que los niños sepan jugar monópoli, es más, resulta mejor que lo jueguen a que no lo jueguen, porque eso les da desde muy pequeños la idea de cómo se organiza el mundo donde se moverán en el futuro.
Vivimos aquí y ahora y nuestros pequeños también, las cosas ha cambiado mucho de apenas unos años a la fecha y no sabemos los adultos a qué mundo se enfrentarán los pequeños. Sin embargo, intuimos, sabemos que en la univocidad, en la televisión como única alternativa de ocio o "diversión" (¿alguien realmente se divierte frente a la tele?) no hay mucho por crecer. Y queremos que los chicos crezcan, que sean ellos quienes decidan el mundo que les tocará vivir.
De inicio, respecto a los juegos la alternativa es volver atrás, podríamos enseñarles a los pequeños a jugar canicas, y un par de semanas después, trompo, luego yoyo, luego zumbadores, luego enseñarles a hacer trucos de malabarismos sencillos, darles y darnos la oportunidad de jugar los mismos juegos que nosotros aprendimos en la calle cuando no había tantos autos por todos lados. Seguro que un niño al desarrollar muchas habilidades y diversas formas de juego tendrá más alternativas de vida, su mundo no se ceñirá a botones, a lanzar o aventar cosas. Además, si inculcamos ganas de aprender cosas nuevas, damos una gran herramienta.
Por último, la reflexión entonces es que este mundo se construyó de soluciones, como el auto que soluciona tiempos y espacios, pero esas "soluciones" instauraron un imaginario distinto, cómodo, eficaz, rápido, comercial, moderno (la etimología de modernidad viene de moda). Así, tratar de dar nuevas soluciones es jugar con las mimas reglas, por eso, para mí, este mundo globalizado no necesita de soluciones, más bien está urgido de alternativas, de validar todas las posibles, ya que se ha encargado de unificarnos, de uniformarnos y, así, anular nuestras identidades, anulando lo que en otro momento llamamos humanidad.

11/08/2010

Dándole “Matarile al Cuento”



Domingo 26 de septiembre
Es la tercera vez que comienzo a escribir este testimonio, el primer borrador fue hace un año tratando de recuperar historias de mi infancia y luego un texto demasiado autobiográfico. Y es la tercera vez que abren el auto donde viajamos para ir contando cuentos.
No ha sido sencillo tratar de quitarle a la vida cotidiana tiempos para escribir, ayer dimos una función en la Feria del Libro Universitario en Xalapa y otra en un albergue de Cardel, junto con juegos y el taller “Mi primer libro personal”. Viajar, caminar, andar, conducir, sólo para contar, para contar historias, para compartir cuentos sacados de la presentación que tienen desde hace 500 años más o menos: cajita de papel impreso, mejor conocida como libro.
Hace unos días publiqué en mi blog:
Qué complicado resulta volver a usar todos los botones del teclado, tratar de sacar por las yemas de los dedos algunas palabras que puedan mostrar un poco, dar cuenta de lo que hoy es mi estilo y forma de vida.
Caminar no es tan complicado, pero detenerse, pensar, reflexionar en si el camino corresponde a la decisión tomada... es decir, ¿el camino que ando es el mismo que elegí andar?
Mi vida es un caos, un constante lío y conflicto, atar y desatar es mi hacer. Y encima ordenarlo y meterlo en una caja, me viene tan complicado… pero -en fin- el esfuerzo se hace, las cosas se comienzan y terminan.
Amén.

Vueltas y más vueltas en la cabeza de por dónde comenzar… pero no dejar de viajar de Xalapa a Puebla para dar alguna función, para hablar con gente interesada en que contemos cuentos en sus campamentos, en sus escuelas, en sus fiestas infantiles, en cualquier lugar se pueden contar cuentos y jugar y hacer de las historias y los libros eventos fascinantes.
El martes por la noche dejamos el auto en el estacionamiento de una plaza comercial en Cholula, cuando volvimos de tomar un café estaban abiertas las puertas y en la cajuela faltaba la maleta de espectáculo, la maleta para los talleres y dos más de ropa. Muchas cosas, muchas historias y formas de compartirlas se fueron en la maleta de Matarile al Cuento.
Lunes 27 de septiembre
Llueve y llueve muchísimo, me quedo la mañana en casa para avanzar, tengo claro cómo seguiré contando sobre el viaje de compartir libros.
En la maleta que me regaló Mariana y luego la rotuló con el logotipo de Matarile al Cuento iban objetos que usaba para el show, hablaré de cada cosa y su historia y mi historia en cada uno de esos objetos.
Matarile al cuento
La maleta fue de los padres de Mariana, quien es mi novia desde hace dos años que coincidimos en la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Xalapa, donde hace casi 10 años comencé a contar cuentos por pura coincidencia. Y por pura “coincidencia” la vida me cambió por entero.
Era septiembre de 2001, por aquellos días mi pareja de entonces se había ido de avanzada a vivir en Hermosillo, Sonora. Yo trabajaba como reportero cultural, mientras desarmaba la casa, vendía el auto y preparaba el viaje. Conocido como joven escritor y reportero en Xalapa, me propusieron dar un taller para niños, para que escribieran. No me pareció difícil y lo intenté y fracasé; sí, los chicos se iban, no querían atender a mis instrucciones, se aburrían, hacían como que leían, como que escribían. Además, se burlaban: “el que tiene un taller vacío, aburrido”. Me hacían reír, pero la verdad es que nunca había hecho algo así.
Antes de la feria, su directora, la licencia Lourdes Hernández Quiñones, me preguntó por el nombre de mi taller. Le di algunas vueltas, pensé en canciones populares para niños, en “hacer algo”, por entonces “darle a algo” refería a hacerlo ya mismo, así que “ A darle matarile al cuento” me pareció en ese momento una idea rápida para hacerlo así, nomás, vamos a hacer el cuento ya mismo.
No me sentó bien la experiencia, pero había un par de libros para niños que me gustaban mucho. Como reportero, por la tarde llegué a la oficina del trabajo y me dijeron que buscará a Elena Poniatowska para entrevistarla por un problema con la feria. Conseguí su teléfono, amable y franca me dio la entrevista, pero donde ella decía “me sentí triste” los editores cambiaron por “me sentí decepcionada”, donde la escritora decía “fue un malentendido” la edición de primera plana necesitaba que dijera “fue un desaire”. Cuando vi la nota al día siguiente se me caía la cara de vergüenza. La organización de la feria me confió un taller, me dejó hacer con libertad, mi taller era hasta ese día un fiasco, pagaban bien y yo firmaba una nota contra ellos. Decidí no ir ese día, para mí era un gran conflicto.
Y durante todo ese día pensé y repensé ¿qué debía hacer? Enfrentar fue la respuesta, dar la cara. Así que volví, pero dediqué la tarde a estudiar, a hacer un taller divertido, usando las herramientas que tenía, talleres de teatro y voz, respiración, motivación a que los chicos concluyeran el cuento que yo comenzaba narrando. Y funcionó. Niñas, niños, mamás y papás buscaban espacio para escuchar y ver las locuras que hacía para resolver varios cuentos como “El diario de un gato asesino”, “Ma y Pa drácula” y “El agujero negro”. La gente de la feria no me recriminó nada, la paga fue buena pero no intuí lo importante de aquel evento, ya que un mes más tarde dejaba el terruño para irme a vivir al desierto. Donde, en la ausencia de trabajo, terminé contando cuentos en el parque del DIF, cuando el payaso había renunciado.




Clavas para malabares

En la maleta iban tres clavas blancas adornadas con manchas de vaca, de marca Heinrich modelo Albatros que compré cuando entrené y colaboré con la compañía Rodará en Puebla. Luego de Sonora nos regresamos al sur, no podíamos vivir en aquella ciudad de desierto, éramos muy extraños y preferimos volver, pero no a Xalapa. Por aquellos días varios amigos míos trabajaban en periódicos y pude conseguir un empleo para vivir en Puebla.
Así que seguí con el periodismo y mi pareja de entonces consiguió trabajo como maestra de actuación. Hasta que el periodismo me hastió, aproveché una beca de joven creador en Veracruz para dejarlo y pensar en lo que quería hacer. Un buen amigo me recomendó con la gente de Educal, coincidió con la apertura de la librería Profética en Puebla y llegué como empleado de librería a un paraíso: un edificio reconstruido con más de diez salas de exhibición y libros, miles y miles de libros. Con un pequeño problema, nadie sabía cómo diseñar el acomodo en un edificio tan grande. La bodega estaba llena de libros etiquetados, inventariados, pero fuera de sitio. A un mes de la apertura, me dediqué a diseñar dónde quedaría cada libro, a buscar formas y consultando al dueño de Profética, José Luis Escalera, se abrió la librería Profética Educal.
Pero antes de abrir, disfrutaba mucho de aquel espacio, tanto que un día se me ocurrió proponerle a Escalera contar cuentos los sábados en la sección infantil, no cobraría, sólo quería hacerlo, me gustaba mucho hacer narración oral así que… ¡no!, tajante, NO. Él tenía considerado para eso a un cuenta cuentos argentino. No insistí en ese momento, un par de días después arremetí: “no quiero paga, sólo quiero hacerlo, por favor”. La respuesta fue a regañadientes: “Dos fines de semana nada más, a ver qué pasa”.
Y lo que pasó es que se volvieron dos años de funciones ininterrumpidas, de llenos totales en aquella hermosa librería, de llenos en la cafetería y atascos para los cuentos los sábados a la una.
Por aquellos días era mucho el estrés, mi relación de pareja se iba desgastando y la antigua bohemia evolucionaba y se convertía en un hoyo, un abismo. Si bien siempre fui funcional, los estados alterados eran casi cotidianos, los conflictos personales y tomar a cargo la librería fueron demasiado. Dos años después de entrar en Profética decidí renunciar, no soporté tanto y al mismo tiempo mi divorcio y quedarme solo, sin casa, sin empleo, sin el sentido de vida que tenía antes.
Así, decidí darme un tiempo de calma, respirar. Llevaba entonces, a mis 28 años, la mitad de mi vida trabajando, leyendo, estudiando, escribiendo, corriendo en la vida. Así que tomé un tiempo de calma, pero entonces, ¿de qué viviría? Volver con los padres no era opción. Así que miré mi agenda y ahí estaba la respuesta. Durante los dos meses siguientes tenía invitaciones a contar historias en colegios Montessori y escuelas públicas de varios lados.
Me encantaba contar cuentos, no era un acto de esclavitud sino de liberación, tendría algo de dinero, no tendría jefe, ni horarios cerrados, ni estaría en un solo sitio. La idea me fascinó y lo vi como una salida, una forma de vida alternativa para dejar atrás los vicios emocionales, de conducta y afectivos. Renunciar a los apegos que hacían daño.
Por entonces, surgió la idea del juglar, del viajero que va contando cuentos, alegrando a la gente. Y entonces, al contar cotidianamente noté que necesitaba más herramientas, en principio para que entre cuento y cuento la gente no se fuera, luego para hacer de los cuentos hechos más escénicos, plásticos, divertidos. Los chicos, la gente, necesitaban algunos estímulos visuales que la atrajeran. No se trataba de hacer teatro, sino generar hechos escénicos llamativos que trazaran ideas, que hicieran que se quedaran en su asiento escuchando sin ilustrarles la historia.
Por esas inquietudes tomé dos cursos: pantomima y títeres. Pantomima estaba en Puebla, con una compañía de clown y malabarismo; mientras que títeres estaba en Xalapa con Carlos Converso. Así, durante la semana estaba en Puebla trabajando en escuelas y entrenando por la tarde y los fines de semana en Xalapa, haciendo títeres. Fue muy duro, hubo semanas sin dinero, hubo días sin comida; pero había un sueño: compartir historias, ser un cuenta cuentos que hiciera que la gente buscara los libros, fuera a las fuentes.
Entonces aprendí malabarismo como parte del entrenamiento, sin imaginar en aquel momento que esos palos raros me acompañarían después para contar al ritmo del malabar. Tampoco imaginé que sin querer, me toparía después con una etimología que me hace investigar sobre el asunto. En un viaje por la sierra de Chihuahua, pagado por una gira en Sonora, un inglés me preguntó si yo juggling, no entendía y una profesora de inglés de Estados Unidos me tradujo: “él te pregunta que si tú juglareas”. Claro, respondí que yo contaba cuentos como un juglar; pero no se refería a eso, ella hizo el gesto de malabarear… sonreí, porque entonces la traducción literal del inglés juggling es juglarear. Sin querer, contando, malabareando, jugando y después cantando, me convertía entonces en lo que había soñado: un juglar.





Pelotas de malabar

En la maleta estaban cuatro burbujas para malabar de marca Cabeza de Martillo que compré en Chile, en la tienda donde las fabrican. Los viajes fuera del país fueron casi una necesidad, en Puebla cuando las cosas estaban mucho mejor, cuando trabajaba en varias escuelas leyendo en voz alta, contándoles historias desde maternal hasta secundaria, cuando en las noches hacíamos espectáculos de narración para adultos, cuando comencé a trabajar con Sergio Villar y soñábamos un día convertirnos en una compañía de cuenteros, encontré la convocatoria al festival de narradores en Buga. Solicité, envié y fui aceptado. Estaba feliz, juntaría un poco de dinero y haría el viaje a como diera lugar.
Pero no contaba con la invitación que recibiría de Xalapa, la entonces directora del Instituto Veracruzano de Cultura, Esther Hernández Palacios me invitaba a participar de un proyecto educativo novedoso: un taller de artes para chicos y jóvenes con discapacidad intelectual.
No fue difícil la decisión. Era la oportunidad de leerle a un público distinto, de trabajar con gente en otros estados de consciencia, con otras formas de mirar el mundo. No lo pensé, le escribí a Germán Jaramillo para posponer mi viaje un año y regresé a vivir en Xalapa. A mi llegada hubo un taller de creatividad, el experimento fue muy exitoso, diversos creativos de áreas como la música, las artes plásticas, la danza nos unimos para recibir a 20 chicos tan distintos entre sí como nosotros los “maestros”. Recibí una biblioteca maravillosa y comenzó un viaje impresionante y hermoso que concluyó un año y medio después con los cambios administrativos.
A la par de esa labor, muy de mañana me invitaron a leer un cuento en radio, todos los jueves de 7 a 7:15 am, compartía libros en mitad de un noticiero radiofónico, todas las editoriales que conocía pasaron por ahí. Recuerdo con especial cariño las llamadas telefónicas cuando leí Matrioska de SM y sentir la necesidad de encontrar una muñeca… pero de eso hablaré después.



Así, durante más de un año leí y conté en vivo toda clase de historias provenientes de libros. La migración a la televisión fue paulatina pero inevitable, en dos años me invitaron a hacer un programa de televisión contando cuentos, una sección de 5 minutos divididos en dos bloques, donde grabé alrededor de 100 cuento diversos, presentando en algunos casos al autor, en otros el libro, la editorial, la colección, pero compartir el cuento fue la base de ese trabajo en el programa Kayuko, que hasta la fecha sigue trasmitiéndose en repeticiones.
Al año de volver a Xalapa, en mis primeras vacaciones fui a Buga, conocí entonces a dos amigos Argentinos que cambiaron el rumbo de mi forma de hacer y ver la narración. Mi manera de contar tenía mucho que ver con los niños; pero ellos narraban textos de Ítalo Calvino, Mujica Lainez, autores considerados “serios”. Si bien lo había imaginado, nunca me di el tiempo para eso, vivía contando a chicos y cuando tocaba el turno de contar a adultos o adolescentes cambiaba el tono, la manera, pero eran básicamente las mismas historias. Así que me abrí a esa posibilidad y se lograron nuevas maneras.
Sin embargo, la amistad derivó en visitas, Inés Bombara y Ricardo Marturet cuando viajaron al festival Miami Cuenta pasaron de regreso a visitarme y organicé una contada, un Encuentro de Narradores, de cuenta cuentos, aún sin nombre, comenzó un día en un pequeño poblado aledaño a Xalapa con más de mil chicos durante varias horas.
Lo siguiente fue bajar al sur, ir a Argentina, conocer sus públicos y espacios. Así, pasé por Chile sin contar, pero me recibió Argentina un día del niño, con la plaza de Morón a reventar y Circo Canival prestándome sus micrófonos para contar haciendo malabares, divertido, emocionado lleno de nervios y alegría. Siguió una gira por el sur, ver ballenas, caminar y andar, contar historias de México en Argentina y escuchar a su gente y sus historias. Al final de ese recorrido nos reunimos a ponerle un nombre a todo esto, a este gran esfuerzo de amigos, entre amigos, de tanta energía en un mismo punto. Junto con Ricardo e Inés hablábamos con una funcionaria, que se sumaba a esto y yo le hablé de Texturas, “esto (dije refiriéndome al encuentro, la coincidencia) es una textura muy fina”. Ricardo dijo que debería llamarse Texturas, ese concepto englobaba nuestras diferencias. Así, comenzó formalmente a existir el Encuentro Internacional de Cuenta Cuentos Texturas, con idas a Argentina de cuenteros mexicanos, con visitas de argentinos y brasileños a México.
Las pelotas de malabar tenían una función en mi maleta, contar el cuento de una gotita de agua que se decide ayudar en una sequía y todas la siguen. Así, se salva la siembra de un año por una pequeñísima, ínfima gotita. Una intensión mueve voluntades, genera ecos en otras. Creo que así se creó el Encuentro Internacional de Cuenta Cuentos Texturas, atendiendo en México y Argentina a decenas de miles de personas en escuelas, plazas, teatros, sin distinción alguna. Creado de forma autogestiva y con mucha entrega.




Acordeón infantil

Durante varios meses busqué uno. La idea era ponerle ojitos y hacerlo pasar por un personaje para un cuento montado con muñecos. Lo conseguí un mes antes de que comenzara Texturas en México y durante los viajes y trayectos fui jugando con él, motivado a tocarlo por Nene Ocioso Multicolor, con quien durante muchas noches compartíamos historias y libros. De hecho, su disco más reciente tiene letras de animales de un libro de Rafael Ordoñez que halló en casa y alguna canción perdida que escribí para él. Luego de mucho contar vino la intensión de cantar, de hacer música con los cuentos, de jugar con el público.
Ahora Matarile al Cuento, como montaje de la compañía Juglaria, circo y narración se nutre con los aportes musicales de Ray Cadó, músico jazzista xalapeño que con su debilidad visual se emociona y entrega a las historias que lo hacen viajar. La música fue un elemento que tardó en gestarse y ahora forma parte casi esencial del espectáculo.
Mucho tiempo pensé en cómo integrar la música, fue hasta la tercera Feria Internacional de la Lectura (FILEC) en Tonantzintla que encontré la forma. Desde su origen, Sergio y yo estuvimos contando mañana y tarde, es un gran esfuerzo compartido al que nos unimos con mucho compromiso. En aquella ocasión habían planeado una mesa de “Rap y poesía”, con la participación de un DJ, una promotora de lectura y un cuenta cuentos. Sin embargo, a la hora del evento el único que se presentó fui yo, junto con Jorge mi hermano quien es parte de la compañía Juglaria.
Era el momento de echar a andar la vieja idea de hacer un rap con el cuento La fiesta chipocluda, busqué el libro en los stands de la feria y comenzó el juego. Pueden pasar años sin que uno se atreva, el año pasado no me atreví a enviar este testimonio, puedo esperar algunos más para ser seleccionado en las becas de FONCA, pero ese era el momento. Jugando con el público a hacer un ritmo a partir de lo enchilado, luego de una reflexión sobre lo importante del chile en la cultura mexicana comenzamos y fue un éxito completo, entre risas y suspiros el juego funcionó y hoy es parte del espectáculo.
Vino entonces el juego con el acordeón. El cuento “Los besos de María”•de Triunfo Arciniegas menciona que un limosnero ciego compone la rumba de los besos de María, en un show se me ocurrió pedirle a la gente que hiciera con la boca un güiro y con 3 ó 4 tonos de mi acordeón para niños hice “la canción”. Ha sido maravilloso y divertido jugar al cuento, jugar a que en el cuento la gente participe, juegue y se divierta. Entonces, los cuentos de los libros se vuelven actos completos, donde el espectador participa y es tocado en diversos momentos, mientras acompaña al narrador por el viaje que es el texto.




Este año no se hará la FILEC en Tonantzintla, se realizarán cuatro pequeñas ferias en localidades cercanas a Puebla, donde estaremos con la misma entrega y compromiso de la primera hace ya cinco años, en la que Verónica Macías Andere me invitó advirtiendo claramente que dinero no habría. "Y qué importa", dije como digo casi siempre. Si hiciera esto por dinero, seguro que dejaría de hacerlo o me desesperaría. Cuento cuentos, traduzco a voz viva literatura escrita porque se me ha convertido en una forma de vida, una manera de compartirme con los demás.
Se fue ese pequeño acordeón en la maleta robada, pero no se irá el cuento de La Chica Mazapán que ya se estrenó, un cuento personal de antiprincesas, ni tampoco se va la rumba de los Besos de María que ahora se tocará con una melódica de casi 40 años que me regaló la familia de Alethia Valdés Pacheco, la coordinadora y representante en Puebla de Juglaria, Circo y Narración.




Libros

Obviamente en la maleta había libros, no ediciones que se consigan con facilidad. Estaban los “Cuentos pulga” de Riki Blanco editado por Thule, “El tirano, el Luthier y el tiempo” de Christian Grenier y François Schmidt editado por Bárbara Fiore, “La cosa perdida” de Shaun Tan que había comprado por tercera vez y “El pájaro del alma” de Mijal Snunit. De éste último tengo un ejemplar más en casa, una de esas milagrosas devoluciones de buenos amigos. Lo usamos en el espectáculo de Matarile al Cuento musicalizado con improvisación en clarinete, Ray va tocando y yo narrando, el resultado es lindísimo, lleno de emociones. Además, es de los cuentos que me gusta contar libro en mano, eso permite que la gente mire de dónde proviene lo que uno dice, darle al libro la autoridad que tiene. Además de su estructura y la voz del autor.
Me dolió mucho perder los “Cuentos Pulga”, son pequeños relatos de los que estamos enamorados mis compañeros y yo. Hablan de la humanidad, de la lucha, del amor propio y hacia los demás de manera tan alegórica, tomando el circo como escenario. Junto con Alethia Valdés, Guadalupe Cabrera, Ray Cadó y Javier Plaza teníamos la intensión de hacer un montaje, con música y elementos de malabres y equilibrios. Ahora se suspende la intensión un tiempo, en tanto vuelva a nuestras manos ese ejemplar. Lo compré en la FILIJ 2009, a la vuelta del Texturas Argentina fuimos a dar un taller de cinco días con casi mil participantes y, a la vuelta, lo vimos y se vino con nosotros.
A Shaun Tan lo conocí por el Consejo Puebla de Lectura, digamos que me lo presentaron en una actividad. Quedé prendado, me emocionó mucho el texto, la ilustración y mandé pedir de España sus libros, fue carísimo pero lo valió. La primera vez que tuve Emigrantes, luego de leer y leer sus imágenes lo regalé a unos amigos colombianos que viven en Estados Unidos, apoyando a latinos migrantes. La Cosa Perdida comencé a leerla en voz alta, luego a hacer una versión lo más cercana al texto, al ambiente de las ilustraciones y se fue una vez más.
Y “El tirano, el luthier y el tiempo” era para un proyecto con Ray Cadó. Lo trabajábamos apenas. A este músico me unió la amistad con un luthier veracruzano: Daniel López, quien crea jaranas y requintos principalmente. Recientemente, Ray le pidió construir un requinto de seis cuerdas, instrumento que originalmente tiene cuatro y desde hace más de seis meses que viaja con nosotros toca y toca una y otra vez, la música para este cuento tiene un toque medieval, místico y yo quería que él comenzará a hablar también durante la historia. Ha sido para mí una gran experiencia viajar y compartir con Ray, a él le fascina que le lean, uno de los regalos que nos unió hace años, antes de compartir el camino, fueron varios audio libros que le regalé. Recuerda con placer que de niño le leían Homero y él viajaba a mundos inimaginables, mas no en versiones infantiles, sino traducciones en las que jugaba un papel muy importante su gran intuición.
Mi casa está llena de libros, me fascina tenerlos, cuidarlos, guardarlos, ordenarlos y, claro, leerlos. Estudié por eso literatura, me siento orgulloso de hacer libros además de escribirlos. Además sé que un libro te busca, te toca y te elige. Sé que los cuatro libros robados llegarán a nuevos destinos, ellos son sabios, como bichos mágicos que llegan siempre a las manos adecuadas en los momentos precisos.


Traje de vaca

¿Qué hacía un disfraz de vaca en la maleta del cuenta cuentos? Volar.
Uno de los cuentos que conocí en Profética y me cautivaron es “La Vaca que se Creía Mariposa” de Emilio Ángel Lome. Comencé a leerlo en verso, tratando de no declamarlo, de contarlo. Luego me pidieron grabarlo en audio y jugamos con las voces, con los posibles y entonces comenzó a ocurrir que sábado tras sábado en Profética me pedían volver a contarlo una y otra vez. Me divertía mucho, pero por más que lo contaba era sólo eso, la historia de una vaca loca que al obligarla a renunciar a su sueño de volar, se va por los aires. Me recordaba a Zenin de Agutagawa, pero esa historia me acompañó por todo ese trayecto, me acompañó por la librería Profética, por dejar el periodismo, por valorar la literatura infantil y juvenil, me enseñó que basta con soñar para que pueda ocurrir.
Recuerdo que de niño jugaba solo en la azotea, huyendo del mundo de los adultos que era abajo, la casa; mientras caminaba por las cornisas pensaba en lo que me gustaba hacer y hacía sentir bien a los demás respecto mío. La respuesta fue: declamar poemas, pero eso no era un trabajo, ¿o sí? Me imaginé andar recitando poemas y decliné, pese a que no me imaginaba de adulto de otro modo. Quizá el sueño de aquel niño volvía en los versos de una vaca terca.
Así que, cuando viaje al desierto del Pinacate con mis clavas de malabares comencé a contar a la vez que hacía malabares. Fue divertidísimo. Luego, conocer al autor y contarle y convertirme en su amigo y agradecerle lo mismo la vaca que las letras de Bandula.
Ya con la vaca malabareada, conseguí hacer lo que buscaba: contar una historia generando una tensión visual, una atención a la mirada para que se abriera el oído. Así que algún tiempo después, en Xalapa, el espacio de títeres del maestro Converso me invitó a dar mi espectáculo los fines de semana. Había teatrino, micrófonos, música, luces, era la ocasión perfecta para intentar algo nuevo.
Por aquellos días, lo que comenzó como un cuento en las mañana en un noticiero radiofónico en FM ya había derivado en un programa de radio diario en AM: La Tarea, donde con mi hermano, hacíamos cuentos, presentábamos canciones de música alternativa para niños, hablábamos de cosas que interesaban a chicos y grandes relacionados con la educación en secciones conducidas por títeres. Un programa divertido y locuaz.
Cuando llegó el ofrecimiento comencé a imaginar cómo presentar atractivamente historias lindas, pero de forma más escénica sin caer en el teatro. El resultado fue primero tomar un tema, lo primero que surgió fueron las vacas, porque de esos animales era de los que más cuentos tenía preparados. Así surgió el primer “montaje” de lo que después sería Juglaria, le pedí a mi hermano que mandara a hacer dos trajes de vaca a nuestra medida, igual a los que usan los chicos del preescolar en el festival de primavera.
Y comenzamos improvisando entre cuento y cuento, dirigidos por el títere Orzo, con cuentos de Roahld Dahl, Emilio Lome y Gonzalo Soltero entre otros. Así con canciones, malabares y disfraces de vacas mezclamos la comedia y salió un montaje que se ha presentado en diversas ferias del libro del país.
El traje de vaca se convirtió en un evento, como preámbulo al cuento hacemos la magia de aparecer una vaca que contará un cuento haciendo malabares, lo absurdo y el juego, la desacralización del Narrador Oral en busca de que lo importante sea el cuento, la forma y la estructura literaria. Que lo que quede en el espectador sea el texto compartido en forma de discurso, lo demás, simple comedia.




Una Muñeca Matrioska

La noche del robo, a eso de las cuatro de la mañana, me despertó un sobresalto. Recordé en ese momento que la Muñeca Matrioska rusa con que contaba el cuento del mismo nombre iba en la maleta. Esperé mucho por ella, el libro de Dimiter Inkiow editado por SM llegó a mis manos mucho tiempo antes de conocerla, lo leía e imaginaba contar el cuento con un juguete ruso original.
Lo conté en radio, pero no en presentaciones. Así que unos días antes de la XVIII Feria del Libro Infantil y Juvenil en Xalapa, un mes antes de mi primer viaje a Argentina, caminando por la ciudad vi una venta de garaje, me detuve por una maleta roja que dejé apartada y cuando entré la vi. Estaba hasta el final de la venta, sola y hermosa, detallada y bien trazados sus rasgos, no era una copia china, era bellísima. Pregunté el precio y en ese momento la compré. Al abrirla, tenía su “acta de nacimiento” en ruso.
La mujer de la venta era de Argentina y me contó que viviendo en su país, su hija cantaba en un coro y en su primer viaje a Rusia la trajo. Ahora su hija era adulta y se había ido a vivir a Europa, su esposo y ella hacía varios años de haber migrado a México y traían este recuerdo. Cuando le conté para lo que usaría a su Matrioska se emocionó mucho. Lo que no le conté es que me recorrí buena parte de su país con esa muñeca mágica y viajera… que ahora emprendió otros vuelos. Espero pronto hallarme de nuevo con otra de su especie para que no pare el cuento, para no dejar de contar esa hermosa versión de la leyenda rusa.
Los objetos se convirtieron también en refuerzos, en formas para que la palabra se fuera fijando en la mente de las personas.
Reconocimientos
En la maleta guardo los reconocimientos que dan en las funciones, que hay semanas en que se junta casi una docena de funciones algunas con documento, algunas con pago, algunas sin pago ni testimonio. Es así, fluir nada más.
Ahora soy un cuenta cuentos “profesional”, como a veces dicen los profesores cuando me presentan a los chicos. No estoy solo, junto con los chicos que se van uniendo a este compartir de historias y alegrías (con sus debidos derroteros) caminamos y andamos por ferias del libro, escuelas, fiestas infantiles y hasta eventos muy comerciales.
Mientras escribo esto, checo que el grupo de juglaría en facebook tiene más de 1400 miembros y me pregunta por ese mismo medio el editor de mi columna quincenal (A paso de juglar) si iré a divertir a los chamacos de los albergues de damnificados por las lluvias en Veracruz. Ya fuimos, pero además me siento feliz porque la gente asocia a Matarile al Cuento con que los libros se vuelven cosas divertidas y leer no es un castigo si aprendemos a jugar con ello, con los libros, con las palabras y las ideas que nos regalan.
Pueden seguir abriendo mi carro, incluso no dudo que puedan robárselo, pero las historias siguen, los caminos se abren. Sé que como la vaca, volamos si lo deseamos. Lo perdido es esto, historia que se cuenta, lo verdaderamente importante es no dejar de hacer historias, de contarlas. Lo que nos diferencia –creemos en occidente- de los animales es el lenguaje y lo usamos en plenitud cuando contamos, cuando leemos, la memoria de los seres humanos se expresa en historias en cuentos, somos lo que contamos, eso es lo importante.
Durante cinco años Matarile al Cuento ha caminado y hecho brecha sin apoyos, sin dinero, creando formas de seguir avanzando. Sin becas, vendiendo a veces funciones a editoriales, otras a ferias del libro, a escuelas, lo mismo que trabajando de forma gratuita, llevando las historias de los libros en palabras grabadas en audio o video.
Martes 28 de septiembre
Estoy de vuelta en Puebla, mañana saldremos a dar funciones de cuenta cuentos en la Feria del Libro de Aguascalientes, nos preguntaron que si nos molestaba viajar en camión hasta allá, sonrío porque no nos molesta, como no nos molesta que nos inviten a contar en cualquier sitio con o sin paga.
El viaje de un cuenta cuentos, de compartir historias se convirtió con los años en el viaje de mucha gente con el nombre Juglaria, circo y narración. Ahora, somos casi diez personas compartiendo historias, sobre todo a los niños, mostrando con alegría que sus historias nos ayudan a darle un sentido a nuestra vida diferente al de la televisión y el consumo.
Talleres, canciones, libros, cuentos, malabares, juglaría, todo se mezcla para comunicarnos, para hacer de la palabra escrita palabra viva que camina y va y llega a la gente en una dimensión diferente a la del libro, pero que lo remite a él, que le da su valor.
Es tiempo de dar las gracias a los miles de chicos que nos escuchan y nos ven contar cotidianamente, a los maestros que nos confían, a quienes gustan de los cuentos y necesitan que les cuenten para sentirse vivos. Pero quiero darle las gracias a los amigos que se volvieron hermanos de camino: Sergio Villar, Jorge Iván Corona, Javier Plaza, Alethia Valdés, Mariana Aguilar Vázquez, Ray Cadó y Lupe Cabrera de México. Y de Argentina, Ricardo Marturet, Laura Casariego e Inés Bombara, junto con los grupos de narradores que ella prepara y coordina.



Martes 29 de septiembre
El robo de algunas cosas es motivo de cuentos, de historia, de escritura, de testimonio. Pero la vida es magia pura, hago un recuento y es el primer otoño que veo iniciarse en mi país, durante 3 años antes estuve fuera, Colombia, Chile, Argentina y todo por compartir historias de los libros que me fascinan. Ésta no es de un libro, pero es la historia de un chico que soñó contar cuentos, el cuento del empleado de librería adicto y co dependiente emocional que halló en su pasión por los libros una manera de vivir distinto, de compartir literatura compartiéndose.
Y siguen los sueños, como en la literatura, porque cuando uno imagina algo y logra comunicarlo o plasmarlo ese “algo” se vuelve un imaginario. Luego, otro alguien lo ve o lee, y es como una semilla que puede o no germinar y aquel “algo” que era sólo imaginación pura comienza a ocurrir en la mente de muchos más hasta que ese imaginario se va volviendo parte de la realidad. Así, imaginé hace años contar y compartir mi pasión por la lectura y la escritura, lo escribí y hallé una oportunidad de compartirlo, de hacer que se viera. Posteriormente, muchos lo vieron y comenzó a ocurrir que existía aquello que fue sólo un sueño. Hoy vivo y camino acompañado, con la fuerza de este grupo de amigos comprometidos con la lectura y nuestra búsqueda es poder seguir haciendo lo que amamos, seguir viviendo de este modo itinerante movidos por compartir nuestra pasión: la literatura.

11/06/2010

Calaveras del recuerdo

TXT y Fotos: Martín Corona Alarcón







En noviembre con su viento
Llegan las almas del limbo.
Muchos creen que es puro cuento
Que vuelven por bastimento
Y no les dan ni pan Bimbo.
Nadie piensa ya en sus muertos
Ni les ponen sus altares.
En vez de eso bien cubiertos,
Con trajes de monstruos tuertos,
Van corriendo hacia los bares.







Van corriendo hacia los bares,
Pa evadir la realidad,
y creen en cosas vulgares
porque son muy populares
y de mucha actualidad.
La muerte está aquí presente,
Lo sabemos de antemano,
Mas el mundo es inconsciente
De que pelarán el diente
Pues es el destino humano.






Pues es el destino humano
Que nos lleve la pelona
Sin distinción de profanos,
Niños, mujeres o ancianos
Levanta a toda persona.
Si un alma vuelve a este mundo,
en estos tiempos de lerdos,
hará corajes inmundos
al notar que mediomundo
se olvidan de sus recuerdos.







Se olvidan de sus recuerdos
los cambian por la pantalla
les da igual que sea izquierdo,
derecho, loco o cuerdo,
su mente perdió la raya.
Mas algunos todavía
No han perdido la biela
Y cuando es de muertos el día,
En familiar compañía,
Recuerdan a la abuela.







Recuerdan a la abuela,
pedir pa cuando se fuera:
“Pónganme aunque sea una vela
y agüita en una cazuela”,
para que su alma volviera.
Recordemos los cariños,
no perdamos los cimientos,
enseñemos a los niños
que nuestros muertos dan guiños
en noviembre con su viento.

10/10/2010

The Italian coffe... Gourmet!

Uno de los aportes de esta cadena de cafeterías fue que daban terrones de azúcar. En sus inicios dos terrones divididos en tres porciónes y envueltos en papel bond blanco impreso con la tipografía verde de la cadena. Después sólo un terrón por café...
Ahora sobres de azúcar, vulgares sobres, como cualquier otro café. Sí, ya sé que así son los negocios, pero si a una bisabuela se le ocurriera explicarle a un chico que fue antaño un terrón, tenían alguna posibilidad.
Aunado a lo antes dicho, la servilleta muestra las maravillas del café, las cosas buenas que te da. Claro, con el afán de erradicar de una vez por todas esos mitos de que quita el sueño, provoca nerviocismo o que terminará por lástimarte el estómago y el hígado, ahora las servilletas explican todo eso. Siempre es bueno leer en la espera.
Los tiempos cambian y los estimulantes de rituales pasan a ilegales, a procesados, a formas de domesticación, control, drogas legales, sin duda necesarios para la vida moderna.
?Acaso vivir este mundo sin un café, sin coca cola, sin cigarrillos, comida chatarra, suplementos de leche en cajita o sin televisión que nos diga qué hacer y como ser, no es un absurdo, un contrasentido?
Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel

10/03/2010

encuentro


Desayunábamos en el hotel.
Junto a nuestra mesa, cuatro extranjeros hablaban, murmuraban, se pedían sendas rodas de wisky. Nosotros jugábamos videojuegos en los teléfonos celulares.
Uno de ellos se acercó a preguntarnos si no nos parecía que seguir tocando, escuchando, haciendo homenajes a los Beatles era una estupidez. Le respondí que sí, que a mí nunca me han gustado y que me parecen sobrevaluados.
Desconcertado, preguntó si nosotros no éramos parte del homenaje. Sonriendo, le explicamos lo que hacemos.
Se sentó a la mesa y comenzó a cuestionarnos. Antes de continuar con su monólogo y sus preguntas que no nos dejaba responder, dijo ser del sitio aquel de cuyos habitantes hacen chistes. Y la mesa completa soltó la carcajada, no me importa en realidad, dijo consternado.
Cuestionó todo, la forma de vida, nuestros ideales al dedicarnos a contar historias, si éramos o no simples piezas del sistema, si queríamos hacer la revolución. Es absurdo, pensé. No queremos hacer ninguna revolución, no pretendemos ser diferentes, sólo andamos haciendo lo que amamos hacer. Y sí, es duro, increíble, pero no lo hacemos por dinero, ni por gloria, ni para ganar un mundo, sino sólo porque este mundo unívoco nos parece sin sabor y alguito absurdo.
Claro que como buen conquitador de quinta o sexta generación comenzó preguntándonos si creíamos que los humanos somos buenos o malos. Claro que no, hay circunstancias y decisiones. Pero mejor no detenerse en "pequeñeces".
Nos invito un "chupito" y salimos corriendo a una función en la feria del libro. El amigo español resultó ser el dueño del hotel... A mí me vino de maravilla el encuentro, pensar en cómo se ven estos tipos extraños, sonrientes, tranquilos andando nomás en un mundo como éste.

9/18/2010

Qué complicado resultado volver a usar todos los botones del teclado, tratar de sacar por las yemas de los dedos algunas palabras que puedan mostrar un poco, da cuenta de lo que hoy es mi estilo y forma de vida.
Caminar no es tan complicado, pero detenerse, pensar, reflexionar en sí el camino corresponde a la decisión tomada... es decir, el camino que ando es el mismo que elegí andar.
Mi vida es un caos, un constante lío y conflicto, atar y desatar es mi hacer y ordenarlo y meterlo en una caja, me viene tan complicado...
pero en fin el esfuerzo se hace, las cosas se comienzan y terminan.
Amén

9/10/2010

¿Es Real la Realidad?



¿El mundo es la luz o el reflejo?



Es en realidad una caverna la realidad...



...y vemos sólo la misma sombra sin importar el dónde y el cómo.



Antes cada espacio tenía su propia idea del mundo, sus propias sombras y ahora todos miramos las mismas sombras, escuchamos los mismos ritmos, amamos los mismos sueños.



Me niego a creer en las sombras globalizadas, quiero mis propias sombras...



quiero los cuentos de mis abuelos más que a los beatles, más que a la tele, amo las historias de las piedras y la tierra donde nací más que a sus monedas y sus sueños vacíos.

8/30/2010



Escuchar tus letras
soñando que tocas con tus pasos la calma de un estar...
¡Brilla! Dije y me quedé con un abrazo, un beso dedespe di da esperanzaza.
Y seguí
Y sigo
Y sueño que arde,
pues nadie engaña a una flama.

8/04/2010

Consumo e infancia


A paso de Juglar

Consumo e infancia
Martín Corona Alarcón

Para nadie es un secreto que en la actualidad somos consumidores: compramos, vendemos, rentamos nuestra energía y tiempo. En Momo de Michael Ende los hombres grises con un cigarrillo en la boca todo el tiempo destruían el mundo de calmas y lazos amables a cambio de éxito y progreso, esta idea no es nada lejana a nuestra realidad, donde a cambio de la posibilidad de “vivir mejor” pasamos nuestros días a disgusto haciendo cosas que no nos agradan y que, muchas veces, no tienen mayor sentido.

Pero, ¿qué es “vivir mejor”? La calidad de vida se mide en pisos de cemento que sepultan a la tierra que es quien nos da de comer, es tener televisión para absorber directamente cómo debemos comportarnos y vivir y aquello a lo que debemos aspirar, es tener internet que te mantiene conectado todo el tiempo, es tener dinero para comprarle a nuestros hijos aquellas cosas que necesitan y las que no, también.
Pareciera que la calidad de vida en la actualidad es como una vida externa a lo que somos los humanos, alejada de los afectos, del tiempo de calma y de mirarnos a los ojos. La vida contemporánea de las ciudades es tiempo empleado en sustentar un sistema alejado de lo humano. Trabajas hasta diez horas para tener dinero para ir a la plaza y comprar los mismos productos que producen las empresas que te contratan.
Si bien los adultos ya nos tragamos completo el asunto de sostener que lo mejor del mundo es vivir como en Estados Unidos, de tener la música impuesta por los canales de videos y la radio, ¿qué pasa con nuestros hijos?, ¿qué estímulos nutren su imaginación y su formación?
La respuesta es más simple de lo que quisiéramos creer: la televisión, el internet, los videojuegos y una empresa clave para entender la vida contemporánea: Disney. Sea por las películas, las series animadas o de actores, por sus personajes o sus parques, pero han logrado amalgamar lo infantil con Disney de tal manera que todo aquello que compramos y anhelamos para nuestros hijos parece tenerlo “el mágico mundo”.
Alessandro Barico, el escritor italiano, escribió que en los parques de Disney se concentraba todo aquello que durante muchos siglos fue la felicidad para Occidente.
La vida en las cortes, la alegría de un desfile o un carnaval, pero realizado sin alma, sin alegría verdadera, digamos que es el algo que parece alegría, pero no lo es. Así que lo mismo ocurre con las películas, donde pareciera que muestran la fuerza de los cuentos de hadas, la tradición oral de Europa en la pantalla, pero no, porque en su forma almibarada y absurda reducen todo a una historia de amor o a una moralina.
Y luego, en las producciones para televisión y sus canales, Disney va formando generaciones de chicos que ahí aprenden cómo vestirse, cómo hablar y comportarse entre sus compañeros, además de sus valores morales, porque muchos niños pasan muchas más hora frente al televisor que en sus escuelas o con sus familias.

Y en la primera infancia son los estímulos directos lo que forma al individuo para el resto de su vida. En Mataderos, provincia de Buenos Aires, los maestros y compañeros de clase hablaban de un caso extraordinario, un chico que no tenía acento porteño, que no hablaba en “argentino”, no usaba el vos sino tu y, además, hablaba igual que en los dibujitos de la tele. Conocí al chico de acaso 6 años que hablaba perfectamente igual que en cualquier canal para niños diseñado en Estados Unidos con gente de México, Colombia y hasta Argentina, donde todo se habla en el castellano más neutro posible. Y la causa que argumentaban los maestros era que sus padres lo dejaban todo el día viendo televisión.
Si bien Disney propone mucho y abarca demasiado, al grado que existen centros escolares y guarderías con nombres como Pepe Grillo o Wini Po, son nuestros hábitos los responsables de los chicos. Recordemos que antes de que existieran las escuelas de forma tan difundida, la responsabilidad de los chicos era de toda la sociedad, era común que una familia adoptara nuevos hijos. Luego, la responsabilidad de los chicos fue del estado, del gobierno, de las casas hogar y sus escuelas. Y ahora, pareciera que los responsables directos de su formación son unos empresarios multimillonarios que saben de lo difícil que es para un padre pasar tiempo con sus hijos.


* Las fotos son de varios talleres de verano realizados en el mes de julio de 2010 por la compañía Juglaria, Circo y Narración.

7/31/2010

Juglaria el mundo de los cuentos

Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel

7/29/2010

XXI Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil

Juglaria, el mundo de los cuentos, en la feria...

"Trabajar con niños "es una experiencia que me cambió la vida"
Más feliz y con una visión más lúdica de la vida: Martin Corona

No las escuelas o los papás, la televisión los está educando

Juglaria, el mundo de los cuentos. Fotos: Javier Hernández.

Javier Hernández Alpízar.– Desde 2001 y ya con cinco años consecutivos, desde 2005, Martín Corona ha hecho espacios de cuenta cuentos en la Feria del Libro Infantil y Juvenil que tradicionalmente se realiza en el Colegio Preparatorio.

Hoy es todo un show actoral y musical, ya que el público necesita "por el momento histórico, más estímulos visuales, sonidos. Aunque no todos, hay un público que ya conoce el lenguaje que trabajamos y, a ese público, le podemos dar cuentos o narración oral pura, pura entre comillas, pero para abrir a más público la narración, hemos ido incorporando elementos que permitan que la gente tenga más atención y sentirse cómoda al escuchar un cuento."

El show que observamos, con la casa llena, de niños y adultos, es con Martín haciendo malabares y disfrazado de un personaje: una vaca; con Ray Cadó en la jarana y parodiando el son La Bamba como La Vaca... Comentó Martín: "la idea es generar en la gente un extrañamiento que le permita reflexionar. Esa es la base, como en cualquier historia. Es lo que tratamos de hacer con el show, por ejemplo hacer parodia del son jarocho nos permite reflexionar acerca de la identidad. Si realmente el son nos representa o no, estas cosas que a veces damos por sentadas."

La ha gustado mucho "ir incorporando elementos que nos permitan comunicarnos mejor con la gente." E ir compartiendo el escenario y el trabajo con un equipo: "Desde hace cinco meses está con nosotros Ray Cadó, un músico muy conocido en Xalapa. Tiene su oficina en Enríquez, mucha gente lo escucha y hace feliz a mucha gente con su música, con su saxofón. Somos muy buenos amigos, hubo la posibilidad de trabajar juntos. Lo mismo: Lupe Cabrera, de Orizaba, jaranera. De Puebla, Sergio Villar, muy comprometido. Alethia Valdés, y de Xalapa, Mariana Aguilar Vázquez. Estamos creciendo porque por fortuna hay mucho trabajo y también hay mucha gente interesada en esto."


Juglaria, el mundo de los cuentos. Fotos: Javier Hernández.
El espacio Juglaria, el mundo de los cuentos, es "una reinterpretación de La casa del cuento, que inventó la licenciada Lourdes Hernández Quiñones, con la maestra Rocío Castañeda."

Están en la ferian por una invitación a colaborar, mediante un intercambio. "De lo que estamos haciendo no hay un pago, intercambiamos nuestro trabajo por primera vez en esta feria, por un stand de venta."

Tienen en su stand "discos de audio y de video, libros, ilustraciones de Israel Barrón, quien es el autor de las ilustraciones y el diseño de Juglaria, el mundo de los cuentos. Sus ilustraciones están a la venta en el stand, y discos de Monedita de Oro, un grupo de música para niños que está en Puebla, que hace cumbias y un rollo muy reflexivo. Por ejemplo, tienen la hermosa canción del papá panzón tomando su cerveza y viendo televisión"...

Tratan, en colectivo, de hacer "arte o cultura (ambas palabras las entrecomilla con mímica) de una manera creativa y adecuada al momento histórico. Estamos convencidos que el arte y la cultura, como se han venido dando, como un apartado obligatorio del Estado no está funcionando. Tenemos que dar una posibilidad distinta para poder sobrevivir y seguir haciendo lo que amamos."

Trabajar con niños "es una experiencia que me cambió la vida. A veces lo digo en broma, pero es en serio: Yo empecé a trabajar con niños y tuve que divorciarme. Porque me di cuenta lo infantiles que somos los adultos y un montón de prejuicios que tenemos."

El aprendizaje de trabajar con niños "me ha permitido, en principio, ser más feliz, o sea, te puedo decir que soy más feliz desde que trabajo con ellos y tener una visión, me parece, un poco más lúdica de la vida."

Trabajar con niños "me permite ver, por ejemplo, cómo los niños que son muy ricos son igual que los niños que son muy pobres. Los niños que no tienen nada, al igual que los niños que lo tienen todo, son violentos, incorregibles, latosos, y es una situación de orfandad, de soledad. En cambio, un chavito que está con sus padres, que tiene una tranquilidad, y puede no ser con sus padres biológicos, sus padres, los abuelos, o con estas nuevas familias que se están dando, ese chavito sabe escuchar, quiere escuchar, se sabe dar a respetar, te respeta, entonces es bien padre."

Lamentablemente, "y sí debo decirlo, en este momento histórico, la televisión viene siendo un problema muy grave en la educación de los niños. La televisión es quien educa a las generaciones actuales. Disney es quien está educando a los chavos. No son los papás o las escuelas, es la televisión."

Una empresa o, matiza Martín Corona, "no creo que sea una empresa. Es más bien una forma de pensamiento Occidental hasta las chanclas. Disney hace que los niños se comporten de una determinada manera (imita el modo de hablar que usan los conductores de Disney Channel) y piensen de ese modo... es muy cruel, me parece, porque un niño debería tener derecho a opciones en su casa, en la escuela. Y no ser catalogado desde muy pequeño de si es freak, si es fresa, si es... Es un problema."

La ventaja de su trabajo, piensa Martín Corona, "es que con los cuentos podemos, si no contrarrestar, porque es muy difícil, sí dar una opción, una opcioncita, chiquita, de boca en boca, pero ya es una opción".

En el show hablan de Bussines Channel, "no del Disney Channel, porque es muy importante que los papás sepan o reflexionen un poquito... A veces las cosas están ahí enfrente y no las podemos ver, porque estamos muy ocupados. Una de las cosas que nos parece muy importante decir es que el Walt Disney Channel pareciera el Walt Bussines Channel, porque cada año y, de acuerdo a la película, le tienen que cambiar todo al niño, la ropa, el juguete... Es un gran negocio."

Los padres viven "para trabajar y ganar dinero para comprarle a los niños cosas de Disney, para que Disney siga ganando dinero y siga educándolos, entonces, es un poco triste".

Hay que decirle a los padres: "No se preocupen, lo que ustedes son y lo que ustedes tienen, eso es valiosísimo. No necesitan de una película, de nada. No se sientan menos que una peli. Ustedes son mucho más y tienen muchas más cosas que decir."

Le preguntaban por la mañana: ¿Qué les dices a los padres que hagan con sus hijos? "Pues que platiquen. Que les cuenten de cuando se enamoraron, o no, que les cuenten cuando ellos nacieron, como era el mundo antes de los pequeños nacieran, en fin. Que cuenten, que hablen, en un tiempo en que parece que hablar es no sólo difícil, sino como privativo. Poca gente habla, los cafés y bares se llenan de ruidos y la gente ya no platica. Y cuando platica, platica de los chismes de la tele."

Aunque están de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00, "prácticamente estamos todo el día. Desde antes de las 11 (hora en que abre la feria) y al medio día también aquí andamos. Martín Corona los invita a asistir a Juglaria, el mundo de los cuentos y a "que escuchen cuentos, que lean historias, que se la pasen bien".

Contacto con estos cuenta cuentos (para fiestas, TV y radio, escritura creativa, malabares y circo, comedia, talleres de cuenta cuentos y actividades culturales) al buzón: elmismisimus@gmail.com y martincorona@hotmail.com

Celular: 22 81 54 37 88 y recados en el 8 15 81 46.

En la web: videos en youtube/elmismisimus Matarile al cuento: www.bamburije.blogspot.com Mismidad: elmismisimus.blogspot.com Encuentro texturas: encuentrotexturas.blogspot.com

7/23/2010

EL cerdo de Dahl

The Pig

In England once there lived a big
And wonderfully clever pig.
To everybody it was plain
That Piggy had a massive brain.
He worked out sums inside his head,
There was no book he hadn't read.
He knew what made an airplane fly,
He knew how engines worked and why.
He knew all this, but in the end
One question drove him round the bend:
He simply couldn't puzzle out
What LIFE was really all about.
What was the reason for his birth?
Why was he placed upon this earth?
His giant brain went round and round.
Alas, no answer could be found.
Till suddenly one wondrous night.
All in a flash he saw the light.
He jumped up like a ballet dancer
And yelled, "By gum, I've got the answer!"
"They want my bacon slice by slice
"To sell at a tremendous price!
"They want my tender juicy chops
"To put in all the butcher's shops!
"They want my pork to make a roast
"And that's the part'll cost the most!
"They want my sausages in strings!
"They even want my chitterlings!
"The butcher's shop! The carving knife!
"That is the reason for my life!"
Such thoughts as these are not designed
To give a pig great piece of mind.
Next morning, in comes Farmer Bland,
A pail of pigswill in his hand,
And piggy with a mighty roar,
Bashes the farmer to the floor…
Now comes the rather grizzly bit
So let's not make too much of it,
Except that you must understand
That Piggy did eat Farmer Bland,
He ate him up from head to toe,
Chewing the pieces nice and slow.
It took an hour to reach the feet,
Because there was so much to eat,
And when he finished, Pig, of course,
Felt absolutely no remorse.
Slowly he scratched his brainy head
And with a little smile he said,
"I had a fairly powerful hunch
"That he might have me for his lunch.
"And so, because I feared the worst,
"I thought I'd better eat him first."

Roald Dahl


El Cerdo

Hubo una vez un cerdo en Inglaterra, que fue el bicho más listo de la Tierra. Era un tipo genial, todo un portento, una cabeza llena de talento. Hacía largas sumas de memoria, leía gruesos libros sobre Historia. Sabía muchas cosas...y al final se planteaba la cuestión fatal. Por vueltas y más vueltas que le daba jamás la solución se le alcanzaba.- ¿Qué papel me ha tocado en esta vida?- era la gran pregunta tan temida -. ¿Para qué estoy aquí? ¿Por qué nací? ¿Qué reserva el destino para mí? Pensaba en estas cosas tan funestas, pero jamás hallaba las respuestas, hasta que una insomne madrugada, topó con la respuesta deseada. Pegó un brinco de rana saltarina, danzó cual consumada bailarina...- ¡Eureka! ¡Lo encontré! La gran cuestión tiene una contundente solución. Ya sé lo que me espera: mi destino ¡es verme convertido en buen tocino! Es el granjero un hombre muy astuto, pero ya he descubierto que es un bruto. Ya sé por qué me da tan ricas dietas:¡es porque está pensando en mis chuletas!, porque quiere mi piel, mis solomillos, mi cabeza, mis pies, mis menudillos...porque piensa picar muy bien mis chichas para hacer largas ristras de salchichas...Ya sé lo que me aguarda: el matadero, la cuchilla de un fiero carnicero, las ollas de una gorda cocinera, ¡ésa es la cruel suerte que me espera! Así se lamentaba el buen gorrino pensando en su dramático destino. Y llegó la mañana y el granjero apareció trayendo su caldero.- Cerdito, ven aquí, a desayunar, que tienes que crecer y que engordar. Y aquel cerdo tan sabio y tan valiente se echó sobre el granjero de repente. Al suelo sin remilgos lo tiró y allí, con sus pezuñas, lo aplastó. Después olió y hozó, mordió, quebró, chupó, lamió, sorbió, saboreó...No cuento mas detalles...Del granjero tan solo quedó el ala del sombrero. El cerdo se comió hasta la camisa mascando con fruición, sin darse prisa. Y cuando terminó, muy satisfecho, se dijo: ¡Esto me hará muy buen provecho! Ha sido un desayuno muy completo, me siento muy a gusto, estoy repleto. Yo iba a ser hoy la merienda del granjero pero me lo he comido yo a él primero.

Roald Dahl

7/18/2010

Monstruos más humanos que los humanos


Vaya conciencia la del vampiro,
enorme el potencial del poder en un imbécil que lo único que anhela es más poder.
Sin duda vivir mucho da sabiduría, el saber que en un mundo de monstruos el amor de pareja es sólo una escapatoria fácil y temporal para la soledad y el sinsentido del ser.


Por si alguien se le ofrecer ver una loca película que, usando los esquemas del cine de adolescentes hace una divertida crítica social velada e inteligente.
http://freakshare.net/files/b7hzwjji/2014Sub.rmvb.html

Descárgala puchándole esdrújulamente acámabaro.