9/30/2012

Qué glorioso es el pasado!

Si algo me encabronaba cuando solía ser jovenpromesaliteraria y reportero en ranchotitlán eran las glorias pasadas de la cultura. De pronto todo el mundo había hecho, escrito, dicho, movido, creado, pero nadie estaba haciendo nada en el presente.
Por ejemplo, aquel escritor que en el pasado fuera director de galerías en La Capital, amigo íntimo de todos los escritores, autor de tres libros y un largo etcétera. Llevaba más de cinco años sin mover un dedo, bajo el amparo de un sueldo burocrático por la universidad o el gobierno, bebiendo de jueves a domingo y repitiendo los mismos versos una y otra vez, las mismas historias viejas, la misma borrachera todos los días.
O el artista plástico que celebraba su más reciente exposición. Su currículum hablaba de exposiciones en no sé cuántos países, de cursos y talleres en un pasado remoto. Luego, la expo era su compromiso laboral con la institución, su cotidiana manera de agenciarse el sustento. Y encima no había internet, no había fotos ni manera de cerciorarse de que el papel que colaban a la redacción tuviera sustentos.
En aquellos días no podía distinguir a farsantes de honestos, así que entrevistaba, hablaba y me emborrachaba lo mismo con unos que con otros. Y las entrevistas y reportajes, tenían siempre un todo de burla, de no creérmela, ni creérsela.
Recién revisaba las incontables entrevistas y notas de aquella época, un montón de textos que iban del teatro a la danza, de la plástica a la literatura, siempre mirando, observando el mundo de las artes de ranchotitlán, tan cultural, tan atenas, asegún ella. Y buscándome un sitio, queriendo pertenecer sin saber ni siquiera a qué. Fui un chico afortunado y muy empeñoso, un loco más con sus textos bajo el brazo suplicando ser leído y aterrorizando a los demás con ello.
Junto conmigo, toda una generación de compañeros de viaje. Unos más académicos, otros más alternativos, algunos con ánimos de viajar y moverse, otros urgidos de validar ante la familia sus méritos para recibir una plaza. Todos los jóvenes en esa carrera que luego sabríamos que es absurda, que no lleva a ningún sitio en realidad.
Y lo platicaba con ellos, lo tonto que era mirar a la generación arriba como gloria pasada, viviendo de recuerdos, usando el presupuesto para hablar de las maravillas del pasado. Ahora me detengo y miro, veo a mi alrededor a mis compañeros siendo esa otra generación de glorias pasadas, influir en los más jóvenes como amigo o alumno de tal o cual maestro, que si viajaron para hacer su doctorado, que si en el pasado... y se marchita la vida en ese continuo lomismo de repetir en la universidad lo mismo que les enseñaron, se marchitan malamente viviendo de un pasado reciente que presentan como glorioso.
Y al final, repetidores de estructuras vamos  repitiendo sin darnos cuenta, cantando las mismas canciones de hace 15 años, repitiendo las borracheras, las historias y soñando con el pasado. Convencidos de que hicimos y fuimos, vamos convenciéndonos de que los grandes momentos pasaron. Dejamos de hacer a cambio de estar, de ser una referencia para los más jóvenes, de ocupar el sitio de los otros.
Y entonces nos convertimos en nuestras propias viejas glorias, nos metemos a circular en el micro mundo de la comodidad, sin proponer, sin crear, ocupados en vivir la vida como nos dijeron que se hace, sin cuestionar, quejándonos amargamente del poco tiempo para la creación que nos deja la vida.
Y esto ocurre en las ciencias, en las artes, en todos los sectores, somos pasivos repetidores, para eso hemos sido formados. Cambiar esa estructura, generar estrategias de cambio, nuevos ejes de pensamiento es un gran reto, dejar el sillón de la comodidad, abandonar las viejas lecturas y cambiarlas por nuevas, aprender a investigar por nuestra cuenta, a generar ideas y aplicarlas en nuestros pequeños contextos es una posibilidad siempre abierta.
Me aterra mirar cómo la gente espera su salvación laboral desde la política, luchan y se enojan por situaciones que no están a su alcance y no sólo eso, son situaciones completamente inaccesibles. Sin embargo, la política y el poder son formas que requieren la credibilidad de toda la población para existir y al estar contra o favor se cree en ellas. La respuesta es simple, generar, crear nuevas formas de gobierno o gobiernos, pero eso es muy complicado, requiere de mucha creatividad, de mucho tiempo, de propuestas profundas y comprometidas, requiere de convertirse en otra cosa que, no sé, si exista mucha gente dispuesta a ser.

9/27/2012

lloro por mi ciudad

Cada día me salgo más del quicio, es que sí, me sacan de quicio más cosas.
La más importante es no hallar el modo de comenzar a escribir un texto largo con pretexto de novela. Qué ganas de hablar de un grupo enorme de burócratas que inventaron una ciudad para que el estado les destinara recursos y así poder emplearse y hacer creer a la gente que viven en una ciudad, cuando sólo es un aparato absurdo que les permite vivir en la burocracia, sin producir, sin crear, sin proponer.
Hace unos días se me salieron las lágrimas, lloré carajo, no me pude contener al ver los anaqueles vacíos, vacía la librería más grande de mi ciudad. Algunos libros feos, empolvados, tristes esperaban con un precio bajo a que alguien se los llevara casi por compasión. El enorme espacio que fuera la sección de infantil, donde grabé varias secciones de recomendaciones para televisión simplemente desapareció. Y la otra gran librería a remate del 40 al 60 % en sus últimas existencias. Se acabaron, cerraron, vendieron, se agotaron las dos grandes librerías de mi ciudad.
Me enfurecí primero, luego lloré.
Nací en una de las ciudades con más traición cultural del país, nací en una ciudad donde ir al centro era sinónimo de poder estar en más 5 librerías de buena calidad, surtidas, con ventas medias para ser de provincia, que por lo menos se sostenían. Bueno, exagero, no era así cuando nací, pero sí cuando crecí, cuando hice la universidad y cuando me creía joven promesa de la literatura de ranchotitlán.
Era una ciudad con gente que consumía libros, que sostenían a librerías grandes, dotadas de buenas colecciones literarias, donde llegaban buenas novedades, donde podías conseguir títulos singulares, autores, pero al parecer eso terminó. En mi ciudad no hay ahora un Sótano ni una Gandhi, quizá esas grandes empresas son las que compraron estas pequeñas librerías para seguir con sus grandes empresas, suena bien como consumidor, tener a la mano una librería con gran catálogo, pero no creo que sea tan bueno a nivel local, porque se fueron a la quiebra los negocios de antaño. En fin que las cosas cambian y mucho.
Mi ciudad tan temerosa, tan llena de policías por todos lados, tan como siempre saturada de viejas glorias, tan burocratizada hasta la médula, tan cultural y a la vez tan poco creativa. Desde que me formé, desde que mis amigos y maestros me ofrecieron con cariño lo que tuvieron para apoyarme quise salir de ahí. Y sigo yéndome todo el tiempo, siego fuera y dentro. Fuera porque trabajo en otros sitios donde sí pagan y donde no hay que martirizar a tus amigos para tener público. Dentro, porque amo a mi ciudad, porque lloro al ver cómo se vacían los estantes de libros, porque me enfurezco cuando invierten millones en un festival que sólo valida la cultura de occidente y los foros son para una veintena de personas y terminan justificándolo todo con un concierto pop, una lectura de un actor famoso, más de lo mismo. Encima, sin proponer nada de lo local, sin usar esa plataforma y los reflectores para potenciar la creación local, para que lo hecho en mi ciudad realmente alterne con lo que occidente tiene en gran estima. En cambio, serviles fanáticos abrimos las puertas a que vengan y hablen y digan y entonces todo el mundo diga que vinieron, hablaron, dijeron aquí y ya. Lo que antes fue un foro, un espacio para mostrar cómo se hace y que se hacen cosas, ahora es un viejo recuerdo, un nombre hueco que sirve para que vengan a ponerse ahí tendencias, modas y estructuras exteriores, para gusto de una minoría soberbia y desvinculada con la gente.
Mi ciudad es sin duda la posibilidad latente, existimos muchos trabajadores al margen de los presupuestos, de las figuras del arte, de las galerías y los teatro. Somos cada vez más quienes día a día hacemos lo que nos gusta y nos gusta compartirlo, probamos y hallamos modos de lograr productos que gustan a la gente y generan una demanda.
La vieja idea del arte, bajo el mecenazgo del estado protector se acaba con rapidez.
Por ello, no los que ya se consideran artistas, sino los nuevos creativos, tenemos la obligación de volver a la esencia del artista: crear ideas, generar vehículos para que lleguen a la gente y se creen nuevas y diversas formas de mundos, porque el mundo que impuso Occidente hace unos siglos y el mundo que vende EU tienen ya un rato oliendo a podrido.
Así que a trabajar, ahora viene el fin del mundo y tenemos la obligación de recibirlo con cientos de propuestas.

9/12/2012

Jarritos | ¡Qué buenos son! Concursando

Jarritos | ¡Qué buenos son! Yo te pediré que vayas a esta página http://mezclandotradiciones.com/concurso/fotos/photo/190 y me regales un me gusta ahí, en la manita parriba que tiene, porque así me ganaré unas cámaras para seguir enviándote memes y fotos cotorronas por el face. Cómo la ves? GRACIAS mil