6/21/2006

Jugar con la piñata

Jugar, juego, juguetes... la infancia y esta imposibilidad de volver. Quién se atreve a ver el mundo en calma de nuevo? Quién ama como nuevo, nuevamente? Llenos de ausencias, achaques y dolores en la memoria, la tela del ser se va poblando de agujeros. Y, a veces, nos gusta jugar como adultos.
A qué juegan papá y mamá?
A qué juega sr. burócrata?
A qué juega srita. de medias y tacones?
A dónde nuestra necesidad de reír y descubrirnos?
Las piñatas representaron al mal en las Posadas. Los españoles nos las trajeron para crear símbolos que pudieran hacer comprensible la moral católica de la época. Y ahora jugamos con el mal, jugamos a apalear una piñata para divertirnos, para tener qué hacer en mitad de una fiesta de aniversario.
Y bueno, por qué tendría que ser un ejercicio único de los chicos... claro ejemplo de ello: la piñata de teibolera.
Cuando cumpla años en Hermosillo, iré a comprar esta piñata y la romperemos para aventarnos por los preservativos, por los boletos del privado, por esos juegos que divierten a los adultos; juegos de adultos, juegos simples, juegos de críos crecidos, pero al fin juegos.

6/19/2006

De Baricco


De noche. Posada Almayer. Habitación del primer piso, al fondo del pasillo. Escritorio, lámpara de petróleo, silencio. Una bata gris con Bartleboom denro. Dos zapatillas grises con sus pies dentro. Hoja blanca sobre el escritorio, pluma y tintero. Bartleboom escribe. Escribe.

Mi adorada:
Ya he llegado al mar. Os ahorro las fatigasd y miserias del viaje: lo que cuenta es que ahora estoy aquí. La posada es acogedora: sencilla pero acogedora. Está en la cima de una pequeña colina, justo delante de la playa. Por la noche se levanta la marea y casi llega hasta debajo de mi ventana. Es como estar en un barco. Os gustaría.
Yo jamás he estado en un barco.
Mañana empezaré mis estudios. El sitio me parece ideal. No se me oculta la dificultad de la empresa, pero vos sabéis –vos únicamente en el mundo–lo decidido que estoy a llevar a cabola obra que tuve la ambición de concebir y emprender en un feliz día de hace doce años. Me serviría de consuelo imaginaros con salud y con alegría de espíritu.
En efecto, nunca lo había pensado antes, pero la verdad es que jamás he estado en un barco.
En la soledad de este lugar apartado del mundo, me acompaña la certeza de que no queréis, en la lejanía, abandonar el recuerdo de quien os ama y siemnpre será vuestro.
Ismael A. Ismael Bartleboom

Deja la pluma, dobla la hoja, la mete en un sobre. Se levanta, coge de su baúl una caja de caoba, levanta la tapa, deja caer la carta en su interior, abierta y sin señas. En la caja hay centenares de sobre iguales. Abiertos y sin señas.
Bartleboom tiene treinta y ocho años. Él cree que en alguna parte, por el mundo, encontrará algún día a una mujer que, desde siempre es SU mujer. De vez en cuando lamenta que el destino se obstine en hacerle esperar con obstinación tan descortés, pero con el tiempo ha aprendido a pensar en el asunto con gran serenidad. Casi cada día, desde hace ya años, toma la pluma y le escribe. No tiene nombre y no tiene señas para poner en los sobrers, pero tiene una vida que contar. y ?a quién sino a ella? Él cree que cuando se encuentren será hermoso depositar en su regazo una caja de caoba repleta de cartas y decirle
–Te esperaba.
Ella abrirá la caja y lentamente, cuando quiera, leerá las cartas una a una y retrocediendo por un kilométrico hilo de tinta azul recobrará los años –los días, los instantes– que ese hombre, incluso antes de conocerla, ya le había regalado. O tal vez, más sencillamente, volcará la caja y, atónita ante aquella divertida nevada de cartas, sonreirea diciéndole a ese hombre
– Tú estás loco.
Y lo amará para siempre.

Alessandro Baricco: "Océano mar". Edit. Anagrama.

melancolias

La simetría de una sonrisa, en los pixeles avidoz de curvaturas y colores, contrasta delicado con el cuadro directo de la soledad: el gran desenfado de la vecindad, del tiempo que pasa capa tras capa de cal y cemento. Ingravidez, risas, delirio y risas, cada vez más radicales, profundas. Y uno cargando la nostalgia del futuro, de los sueños de la noche anterior, inalcanzables, incabados...

6/11/2006

de cierto salto

de cierto salto salí zumbando hasta el azul sondeante de sus sonrisas

6/05/2006

mi casa



Clavas tiradas.

Un gancho a la entrada

Vestuario de grillo raro

Una silla rota, viejo, muy vieja

La jerga en la entrada, época de lluvias

Y el sol que alumbra mi puerta día a día

6/03/2006

Alado de su vuelto


Ya sabes que me gustan los cuentos de críos y andar en casa sin camisa.

Ya sabes que no me gusta cuando no escuchas, eso bien que lo sabes.
Tambièn sabes que los lunes voy a las luchas y los sábados al balcón de Lupe a mirar cómo pasan los gatos.
Sabes que estoy ahora mismo esperando que julio abra la puerta de mi casa para que entre el aguacero.
Si ya sabes todo eso, entonces ¿por qué carajo no !"·$%·$%&/()!"·$%&/()"·$%&/()=/&&%$&$&!"/("()"&"$" hoy por la mañana?
Del libro HISTORIAS DE UNA TARDE DE JUNIO. Libro hecho mano por 77 Editores.
Si quieres un ejemplar de este libro envía un mail aquí

6/02/2006

Taller con 5inkeros

Sus tatuajes no son muestra de bandalismo extremo, el juego de las uñas pintadas es eso: mero juego. Aquí, disfrutando de El Pirata Barbanegra, uno de los presos del país de nunca jamás.
¿Para qué crecer?








Leer a Chaly y lola no tiene nada mala, mucho menos si se es rockero, si se tienen tatuajes o el pelo muy largo. disfrutar de los cuentos es una forma de disfrutar la vida.

Vía Verdadera


juguemos a la palabras tú dirás una sólo una simple la más simple que recuerdes algo como dulzura alegría sol amanecer amarillo sutileza s sinsentido yo por mi parte la guardaré en la caja pequeña de dentro de la caja del pecho ahí se quedará el tiempo necesario para que esa palabra madure cuando su olor invada mi pecho
cuerpo y la gente comience a notarlo entonces justo en ese momento comenzará a surgir un pequeño ser desértico que vivirá el tiempo necesario para echar adelante un sueño una historia de cuento que luego comenzará a morir y nuevamente una
palabra hará que nazca otra cosa y así hasta que el cadáver polvo de mi cuerpo no tenga más que una risa eterna sin aliento ni olor alguno