Vemos como absurdas, estúpidas y sin sentido a las sociedades que creen en los dioses de piedra, en palos totémicos a los que les consultan cada movimiento de su comunidad. Miramos a la Edad Media Europea como una imagen de atraso total porque atribuían todo a un Dios con reglas meramente humanas. Nos burlamos de cómo las comunidades aborígenes de tal o cual sitio rechazan por sistema mucho de lo que nosotros vemos como progreso o modernidad.
Sin embargo, nada hay de autocrítica, somos incapaces de vernos desde un sitio diferente al de nuestros zapatos. De hecho, asumimos con frases como "ponerse en los zapatos del otro", que toda persona usa o debería usar zapatos.
Al igual que los ejemplos citados, la humanidad del mundo globalizado vive absorta y fanática de un imaginario, un invento social, de una convención sin otra base que la fe ciega de todos los integrantes de esa supuesta gran comunidad.
El valor de las cosas en nuestra cultura no está determinado por su utilidad, ni por aquello que puedan aportar al mejoramiento de la vida de alguien, el valor máximo del mundo global es sin duda el dinero. Todo se mide en dinero, tu capacidad de trabajo, el ascenso social, la inteligencia debe ser proporcional al dinero que ganas. El placer más grande de nuestra cultura es gastar, pasas 6 días de la semana encerrado trabajando para tener un día libre en el que puedas gastar aquello que ganaste.
Claro que el trabajo actual poco tiene que ver con sembrar, cosechar o cuidar de animales, somos una complicada maquinaria de absurdos que jamás cuestionamos. Trabajamos en comprar y vender objetos que son decorativos, trabajamos en diseñar o planear cosas que no son reales, que no son físicas, trabajamos muchos (cada vez más) en seguir engrandeciendo un mundo falso, que sólo existe en nuestras cabezas, en pantallas, en cuadros de irrealidad.
Y en ello se nos va la vida completa, en trabajar con miras a tener dinero, no a producir, no a crear, no a generar, sino a ganar dinero para poder gastarlo. Y es una trampa, porque no hay dinero capaz de comprarlo todo, ni tampoco se puede comprar aquello que necesitas en realidad. Además el dinero es sólo una convención social, no vale en sí mismo, sino que vale porque tú y yo creemos que tiene valor.
Alguien muy informado dirá de inmediato que no es verdad, porque el dinero es oro guardado y el oro sí tiene valor. Y aquí yo me agarro la panza para reírme, porque el oro es exactamente lo mismo que cualquier otro elemento mineral: tierra. Y la tierra en sí misma no es de nadie. La tierra donde está el oro es la casa de animales y plantas, de minerales y quizá tuya si la habitas, pero no tiene dueños, no en realidad.
Sin embargo, a alguien muy inteligente se le ocurrió que podría hacerle creer a los demás que era el oro la medida para crear un sistema de intercambio más "justo" y sí, es justo para quien lo creo. Luego vino el tema de hacer billetes, monedas, de hacerle un valor subjetivo. Ahora vivimos en el extremo del sinsentido porque tenemos una tarjetita que dice mediante un sistema virtual que tenemos o no "dinero", el cual nunca vemos en físico. Es decir, trabajamos como estúpidos de 8 a 16 horas al día, descuidamos a nuestra familia, nos perdemos del sol diario, dejamos de vivir a cambio de... números en una pantalla que intercambiamos por cosas que no son indispensables para nuestra vida.
¿Vivimos realmente cuando dejamos que nuestra vida -lo único que tenemos en realidad y en cualquier momento se puede acabar- transcurra detrás de un absurdo, de una mentira colectiva?
El humano es el único animal capaz de creer en absurdos, dar su vida por ellos y transformar su entorno, destruyéndolo todo a partir de eso. Por eso siempre es bueno hacer un alto y no ponerse en los zapatos del otro, sino dejarlos ahí botados y ver cómo si no los tengo puestos, los zapatos no funcionan, solos carecen de todo sentido. Porque eres tú quien le da sentido a los absurdos que te acorralan y te esclavizan.
9/28/2013
9/03/2013
Pepe González: "Tío Pepe, Pepino y el Coro del real"
Pude platicar largo y tendido con Pepe González, el pretexto fue hacerle una entrevista para el programa Juglaria Radio. Una maravilla todo lo que comparte ese músico, divertido y amable. A él le debemos los jingles del Instituto Nacional del consumidor, la idea original de los anti comerciales y una serie de canciones para niños pensadas contra el consumo masivo y sin reflexión. Eso pasó en los 70 y 80, no ahora que parece moda hablar mal de lo que comemos a diario, de la tele que vemos, pero solo hablar mal como para darle publicidad, porque nadie deja de consumir tanta porquería.
A diferencia de lo que pasa ahora, Pepe propone opciones reales en cada canción, música para niños de calidad, con contenido, divertida y, sobre todo, con mucha calidad es sin duda el trabajo de este músico ciego.
Me resultó molesto saber que tiene poco trabajo, darme cuenta que a nuestros viejos los olvidamos con una facilidad terrible, sea porque los jóvenes sienten que son mejores o más capaces o simplemente porque no aceptamos nuestras raíces. Quizá por ello es que siempre caen al suelo las propuestas cuando llegan a cierto punto, porque si no hay una fuerte raíz, si no valoramos los cimientos, cuando echan el segundo piso se cae la casa.
No sé exactamente cómo o porqué llegué a esto, pero me encanta agradecer a los que abrieron brecha, a la gente maravillosa que hizo cosas extrañas y locas, que ahora son base para poder hacer otras como música para niños, cuenta cuentos o trabajo escénico diverso y divertido. Gracias Pepe González por tu labor, por tu ingenio y maravilla.
Aprovecho amigos para dejarles aquí el correo de Pepe, para contrataciones en escuelas, ferias del libro, festivales de música, les garantizo que no se arrepentirán. Y claro, como buen agregado que soy, ya le propuse hacerle los títeres en su show, de modo que igual nos pueden contratar juntos y así yo podré aprender más del maestro.
Pepe González: pepetigre43@gmail.com
Aquí el productor Emmanuel "Meme" del Real, miembro de Cafetacvba de unos 13 años, como integrante del Coro del Real, con su Tío Pepe González. |
Un clásico de la música alternativa para niños de México:
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