7/01/2012

Marca de esclavo

Hace unos días, volví a hablar con un gran amigo de juventud. Ante la muerte de su madre escribió un texto, lo leyó en el entierro, hablaba de su amor -de ambos- por las letras, por la literatura. Me conmovió. Más aún saber que yo había editado por vez primera los textos de ambos en una casi anónima sección cultural de un diario vespertino de provincia.
Yo: Sigues escribiendo con la misma fe, ¿verdad?
Él: Claro, soy escritor. ¿Qué otra cosa podría yo hacer?
Ante la vida y la muerte: las letras. Me resultó increíble que con más de media vida traduciendo sensaciones, visiones y experiencias a letras alguien dijera lo que leímos tantas veces, este amor a la palabra, este entendernos a nosotros mismos a partir de la escritura.
De pronto me doy cuenta que tengo más de diez años escribiendo aquí, a veces a menudo, a veces a trancos largos.
Entonces, es tiempo de ser escritor de nuevo. Nunca se deja de ser, sólo hay que vivir otras vidas, entender cosas nuevas para seguir creando. La maestra Otilia Rauda me dijo un día: "Si quiere escribir tiene que vivir mucho, viajar mucho y no dejar de leer nunca". Es tiempo de hacer una breve parada, detenerme un poco a contemplar el paisaje que es hermoso, el interno, el pequeño, el cotidiano. Y qué mejor manera de detenerse que a tomar una foto, a compartir la mirada en los medios que tenemos, por cuadrados, fríos o tecnológicos que sean.
El miércoles pasado, hace cinco días supe que la vida me tiene el máximo regalo. Quiero recibirlo como se merece, atento a cada momento, despierto y en calma. Vuelvo de este modo a la ventanilla virtual, vuelvo a este espacio maravilloso que me quitó máscaras y me ha regalado tantas manera de ver las cosas.
Ahora a viajar, mi país pasa por un proceso de fe, la gente está eufórica, creyendo, porque necesitan creer, prefieren creer a crear. Bien, son sus formas. Yo creo que hoy la gente irá a votar como va a misa, con mucha fe. Sin embargo, yo comienzo a retomar un camino, vuelvo a la escritura cotidiana y vital. A la disciplina de abrirme y crear mundos a diario sin dejar de estar en éste que parece el real.
Comienza la vida nueva, cité hace años a Dante y ahora, no elijo hacer un blog nuevo, comercial e impactante. No me interesa ese camino, sino este que de tan pequeño para absurdo. Es absurdo y pequeño, como absurda es la vida, como pequeño es el fluir de la vida.




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