No soy el Madrid añejo
ni las calles estrechas de Xalapa.
Tampoco soy la suerte que se dispara,
ni un ave, ni un árbol.
apenas insinuado, en momentos,
voy siendo aquello
que se me permite
luego de ocho horas
luego de lavar los trastes y la ropa
luego de hacer el super para dos semanas
y pagar con mi salario-tiempo
teléfono, agua, luz...
soy la serpiente que se muerde, venenosa,
la cola que todo el mundo pisotea.
12/08/2003
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