El diablo de mi casa es muy particular
se enoja cuando vuelves igual que las demás,
agárrense y vuélvanse a agarrar que las
agarraditas no pueden pasar.
Este diablo estaba esperándome en mi casa. No lo busqué, no lo tomé, ni él a mí, simplemente como en el amor profundo: nos hallamos.
Ahora está encima de mi refrigerador, amparando la soledad de esta flor. Curioso, volví a la bruma y me recibe con flores. Así como el diablo, cuatro macetas estaban abandonadas junto a la entrada de mi departamento, se veían tan tristes que les compartí café y agua, charla y un poco de sombra de vez en vez. Apenas comenzada su nueva dieta de aprecio surgió la primera: hermosa y roja, pero alguien se la llevó.
Ladrones de plantas de casa en flor… siniestros ladrones.
Así que para evitar la tentación le pedí a mi diablo que cuidara de esta pequeña, por ahora tiene dos retoños y espera el tercero…
Me voy, tengo que enfriar el café con que se deleitan mis nuevas amigas, tengo que limpiar con cebo de chango macho al diablito que me aguarda, tengo que abrir las aceitunas que pueblan mis días y entibiar la pasta al ajo que alimenta estas letras.
3/27/2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario