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No supe cómo interpretarlo.
Me pareció sumamente desconcertante, porque entre los cientos de miles de millones de lugares que este gusano podría haber hecho su pupa vino a hacerlo al lado de mi puerta.
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Un día cualquiera llegué y no estaba.
Días antes pregunté por mi amiga y alguien dijo en el aeropuerto de Cancún que era un guardian, no un espía. Y entoces al no verlo me puse tan triste que lo busqué por las plantas de abajo y a unos metros estaba la pupa, dura y cálida como la más hermosa habitación de cualquier individuo.
No había manera de volverla a pegar en la pared. Así que pensé en acogerla en casa, imposible, moriría. Así que en la ventana espero el momento en que ella vuele y yo... bendiga la posibilidad de acompañar su vuelo, como el tuyo, acompañar, querer, cuidar cuando es necesario de aquí para allá y de allá para acá.
1 comentario:
Alas translucidas que poco a poco se llenan de colores.
El vuelo es alto, doloroso, cansado, pero siempre vale la pena.
Gracias por ayudar a pintar las alas incoloras de mi vientre.
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