Soy el fuego que caracolea al infinito en la profunda oscuridad de una mirada.
Soy el que dice BASTA cuando no puede más contra lo que parece que es, pero no es; porque dicen que podría ser, pero en realidad sólo podría, porque no es; ya que si fuera no estariamos discuentiendo si va a ser, fue o será....
Soy nomás un montón de espuma de mar que sonríe amable cuando un sonriente pequeño de un año se avienta al mar.
Soy el ruido que escuchas al final de la función
los pasos que cierran la puerta
la mano que apenas y roza tu chaqueta
el montón de guiños en los que supones sueños y posibles redimidos.
Soy el cuento que no le cuento a nadie, ni a ti; porque soy el cuento ya contado, ya dicho, aprendido a fuerza de costumbre... olvidado a fuerza de silencios.
Soy éste que fue, que se perdió hace años:
el que no le cree al ruido del metal contra el metal
quien no piensa en forma de cuadritos ni redondos ni triángulos de amorosos juegos absurdos y banales
aquel que calla cuando todos hablan y habla sólo cuando todos están callados, para decir cosas de otros que antes dijeron otros a otros y hoy digo a éstos que son otros y se vuelven yo cuando abren sus oídos.
Eres entonces quien me da el ritmo para continuar pasando el fuego, haciendo que el infinito se vuelva en la tierra un continuo asible, amable, estable donde transitar.
Y te miro a los ojos yo y éste otro, y te digo adiós a ti y a quien viene detrás que seguramente eres tú mismo, con otros ritmos, con otros tiempos, con otra cara de esto mismo que es un paso más hacia la misma humanidad.
4/14/2009
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