
Luego besarte, así nomás con cierto cinismo. El desconcierto en tus labios cerrados con calma, no rechazaron, simplemente esperaron.
Ahora sonreímos y miramos cómo el tren pasa por la estación siguiente, como aquel viejo: "trenecito pequeñito, llévame muy suavecito, quiero conocer lugares que conozcas tú, tú, tuuuuuuú..." que cantaba el Duende Bubulín.
Te abrazo y a ti también, porque estoy aquí... niñ@.
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