Un día, las pulgas hicieron su propio circo. No es precisamente que halla sido éste, el que aquí se ve, se presenta. Simplemente, una mañana en Coatepec, luego de una larga racha de silencio, de movimientos juguetones y descubrimientos el circo se abrió ante mis ojos.
No había otra cosa que hojas de papel, las que iba dejándome en la panza la hermosa mujer que habló con acento ibérico todo ese día.
Un circo de pulgas, levantar uno y otro poste, darles el juego, fue cosa de aplicarse horas a fallar una y otra vez hasta que ocurrió el milagro. Claro ese milagro lo aprovecharon mis pulgas de papel.
No había otra cosa que hojas de papel, las que iba dejándome en la panza la hermosa mujer que habló con acento ibérico todo ese día.
Un circo de pulgas, levantar uno y otro poste, darles el juego, fue cosa de aplicarse horas a fallar una y otra vez hasta que ocurrió el milagro. Claro ese milagro lo aprovecharon mis pulgas de papel.
En los últimos días previos al Circo de Pulgas, a mi regreso del desierto, la casa se puebla una y otra vez de la voz constante de Adriana Varela con un "cielo que ni es cielo, ni es azul". Este maquillaje de vivir ciertas vidas que han quedado tan al margen que despiertan amables nostalgias. Ahora el poema completo de Bartolomé Leonardo de Argensola:
A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario