10/23/2006

Los muñecos cargados de vida, de roles, de representación, de humanidad, de autenticidad en sí mismos, modelados, tallados, diseñados, desgajados, vivos y vitales, vivientes, latientes, muchas veces más humanos que quien los engendra, por el simple hecho de poder pasar de interpretación a interpretación, por no ceñirse a sus apegos, por seguir en la línea del ser sin pretensiones aparentes.

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