2/24/2008
Cursi
Tengo (en la garganta)
atorado:
un huesito de aceituna.
(y digo en la garganta,
no digo en el corazón,
en el alma o en el apéndice.
Dije bien, en la garganta).
Ando en la calle sin oir,
conectado a los ritmos que elijo a diario
y de pronto:
TUYO:
un amigo, una conocida, alguien del trabajo, un chico que toca en la calle, una mujer cantando en la plaza, un chico con botas, el maullido del gato en la madrugada, la chalina morada, los adornos arabezcos, el sol que baña el asfalto, un estornudo, el aliento fétido de un auto, una frase suelta, una mujer de la mano de su hija, el pachuli...
Entonces ahí,
aquí
como el corazón de la manzana de Adán:
el huesito de la aceituna negra que compartimos
(tanto tiempo trunco)
rellena de besos.
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