
Entonces vino la crisis. Definitivamente no podía respirar. Al principio luchó, se le veía desesperado y yo tratando inútilmente de llamar a la veterinaria que no respondía al teléfono. En su mirada supe que estaba sufriendo y yo no quería que eso pasara.
Entonces bajé y comencé a acariciarle la cabeza, a decirle que no se preocupara, que lo dejara ser simplemente. Y así fue. Dejamos que la muerte llegara, primero calma, luego algunos estertores del cuerpo y así, con mi mano en su cabeza, se fue al largo viaje.

“Mascota” es una palabra que nunca entendí.
Cuando un alma y otra caminan juntas no hay sino pasos y caminos.
Alguien quizá sirva o compre cosas que en realidad el otro Alguien no necesita.
Alguien cuida el sueño y la calma del otro Alguien que ni siquiera nota.

2 comentarios:
Carnalito, un abrazo.
Me caía muy bien, era un gatísimo.
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