Soy mexicano hijo de padre asesino y de madre enlutada por los suyos.
Soy occidental en mi hablar y mi pensar y digno heredero de saberes antiquísimos en mi comer y mi ser.
No puedo juzgar a mi abuelo asesino, ni entender a mis abuelas tan distintas.
Amo lo que soy hoy, hasta aquel dolor que durante cinco siglos me trajo acá.
Nada anhelo más que leer las piedras, que volver a cantar y contar con la lengua de los verdaderos sabios.
No sé si a ello estoy destinado, pero sé que soy parte de eso que no entiendo y que el castellano no tiene formas de nombrar.
Más que americano, mexicano, latino o cualquier otro invento, en mí están los secretos bullendo por abrirse.
Martín Corona A.
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