Martín Corona Alarcón
Los nuevos pobres tienen televisión, la más grande en el
centro de su casa, como eje de su voluntad.
Los nuevos pobres no ansían saber ni poder, ansían robar,
sentarse a ver la tele y ufanarse de ser ladrones.
Los nuevos pobres son gordos, pero viven desnutridos; no
conciben alimentarse porque se llenan de refrescos y alimentos procesados.
Los nuevos pobres no tienen “llenadero” siempre quieren más
y más, no importa qué, ni cómo, ni porqué, sólo más.
Los nuevos pobres sólo anhelan dejar de ser pobres, para eso se esfuerzan en hacer más pobres a
los otros pobres.
Los nuevos pobres salen en familia los domingos a llenar el
carrito al supermercado con cosas que no necesitan.
Los nuevos pobres no hablan, gritan o murmuran entre
dientes, no abrazan ni besan creen que el abuso es amor.
Los nuevos pobres pelean por el dinero, mas nunca invierten
ni piensan más allá de en cómo gastar más y más.
Los nuevos pobres no soportan el silencio, llenan el
ambiente con cualquier ruido que salga de sus radios, televisiones,
reproductores.
Los nuevos pobres creen en el amor de pareja como eje de su
vida, viven destruyéndose entre sí con ese pretexto.
Los nuevos pobres son egoístas, trabajan más en destruir al
otro que en construirse a sí mismos.
Los nuevos pobres no leen, ven televisión; no crean, imitan;
no comen, consumen; no viven, son zombis.
Los nuevos pobres no buscan trabajo, quieren un empleo donde
ir a derrochar su tiempo y que a cambio les paguen muy bien.
Los nuevos pobres le creen más a la tele, el radio, la prensa
o el internet, que a sus propios ojos, a sus emociones y percepciones.
Los nuevos pobres se quejan de que les cambien el horario,
suban los precios de sus alimentos, cambien las leyes que los rigen, pero siguen
pasivos a la manada dentro del cerco.
Los nuevos pobres lamentan la devastación de su planeta,
pero pavimentan toda tierra a su alrededor.
Los nuevos pobres tienen dinero y lo gastan, pero siempre se
sienten vacíos.
Los nuevos pobres tienen metas claras: ser rubio, ser bello,
ser rico, ser exitoso, ser poderoso, ser delgado, ser como el protagonista de
la última película de Hollywood que vieron.
Los nuevos pobres se quejan, se lamentan, se estresan, se
enferman, se mueren en vida, pero no
hacen nada para cambiar la situación.
Los nuevos pobres creen en la política que no entienden,
tienen fe en que yendo a votar cambiará algo significativo en sus vidas.
Los nuevos pobres se encomiendan al Dios de los judíos, pero
al Dios histórico, no al creador de los bancos.
Los nuevos pobres defienden a capa y espada cosas que no
entienden, ni intentan descifrar: el progreso, la democracia, la libertad, sólo
porque les han hecho creer que deben hacerlo.
Los nuevos pobres ponen sus esperanzas en competencias
arregladas, en guerras falsas, siguen con fe ciega a un bando, a sabiendas que
el verdadero ganador es el dueño del espectáculo o las armas.
Los nuevos pobres compiten contra otros pobres como si ellos
fueran el enemigo y no sus iguales.
Los nuevos pobres son incapaces de atentar contra su
pobreza, contra quienes los someten,
sueñan con ser como ellos y tener a otros pobres a sus pies.
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