A S. le ocurrió. Luego de varios años de soledad, de relaciones lejanas o en exceso atormentadas (y hasta la saciedad re mentadas) conocer a una mujer que le parecía el justo balance entre su soledad y su necesidad.
Entonces salieron, ella permitía roces, manos, caricias, pero el querido S. nunca se aventuró a más. Ella venía saliendo de un divorcio con un argentino doce años mayor que ella, sin embargo, cuando S. estaba a punto ya de ofrecer, de hablar, de buscar mayores tactos... La chica le avisa que se va a Francia a conocer al amor de su vida. Dejándole muy claro antes que si él se hubiera aventurado antes, ella no tendría que ir tan lejos.
CARAJO
Yo no sé de eso, sólo que efectivamente uno nunca acaba de entender nada. De pronto parece que... pero ni un cinco para invitarla a salir, no tener coche, no y no y no y no. Y entonces conformarse con las sonrisas amables y comprensivas. Con ese remedo de amistad que en realidad es una forma de no decirte "pobre chico".
Y al final sonríes. Conoces el inicio, la trama y los posibles desenlaces. Mejor, esperar, bajo el árbol, a que la fruta madura caiga sola, para degustar de sus delicias.
5/31/2005
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