5/03/2007
de laberintos...
"Ahora bien, considerando que no hay cárcel que valga para quien de ella quiere huir, ni barreras o fosos que la astucia o la resolución no puedan franquear, consideré que, si deseaba retenerlo en el laberinto, más valía construirlo no de modo que no deseara salir de él. Reuní con este propósito en el lugar aquello que podía satisfacer toda clase de apetitos, los del Minotauro no son ni numerosos ni diversos; pero había que responder a los de todo aquel que se aventurara en el laberinto. Era fundamental alienar su voluntad hasta aniquilarla. Preparé electuarios que mezclé con los vinos que se servían. Pero no era suficiente y encontré el medio de mejorarlo. Con el tiempo había obervado que determinadas plantas, al consumirse en el fuego, desprenden unos vapores seminarcóticos cuya utilización me pareció excelente. Respondieron exactamente a lo que esperaba de ellas. Ordené que se usaran para alimentar unos infiernillos que se mantendrían encendidos día y noche. Los potentes vapores que se generan no actúan únicamente sobre la voluntad, adormeciéndola; procuran un estado de ebriedad pródiga en falsas percepciones, invitan al cerebro a distraerse en actividades vanas y lo colman de espejismos; y digo vana poreque desembocan en hechos imaginarios, en visiones o especulaciones inconsistentes, sin lógica ni fundamento. Los vapores no operan por igual en todo aquel que los inhala sino que cada uno, como consecuencia del caos que nace en su cerebro, se pierde si así me permites decirlo, en su propio laberinto..."
TESEO de Andre Gide.
Camino dentro de este laberinto, vuelvo a golpear mi cabeza en él, luego del falso intento con alas de cera... yo no caí al mar, yo no morí. Es este el fantasma, mi fantasma el que aún deambula mi laberinto, mi ciudad.
Busco a tientas con una mano (la otra cuida que mi olfato no se contamine demasiado) el hilo de Ariadna.
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