9/27/2009

Tengo nomás esta risa para tus miradas.
Ven aquí. Hoy hace frío.
Ven, la primavera en Castelar se va de pronto como la esperanza de un bandido.
Ven, nadie roba las primaveras
Ven que te cuento
Ven que te como...
Escuchemos entonces los sones, las chacareras, los ritmos que unos barcos trajeron hace tantos años que no queremos recordarlo. Déjame escucharlo de tu voz que yo te respondo, deja que salga de tu voz venida de Europa lo que mi tierra de maíz te responderá en amable juego de prismas.
Y acércate pues. Nada, nada, que ni del norte de acá ni del sur de allá, estos cajones con cuerdas eran de los árabes, que los dejaron a los españoles que los trajeron para cantar las misas y los indios,
nuestros indios que nosotros compramos,
nuestros indios que ni son indios ni son nuestros (espejos verdaderos... aborígenes del alma)
reconstruyeron a su entender
(que era y es y seguirá siendo mucho más de lo que suponemos)
Y entonces imitaron y ahora llamamos folclore a eso que es música nomás, folclor en espectáculos estilo Broodway y canciones limpias y llenas de ideas en pro del más desprotegido, en pro de que siga desprotegido como figurilla de museo.
¡Qué haríamos sin nuestros pobres, sin nuestros indios!

Quizá si ellos no estuvieran allá, seríamos nosotros quienes su sitio ocupáramos.
Quizá no tendríamos como centro y eje la cocacompany dictándonos su orden del mundo.
Quizá no pudieramos sentir que trabajamos que ganamos que andamos que nos movemos
cuando somos no más de ovejas en un cerco pastando nomás.
Ven, el día está lluvioso en todo Buenos Aires, porque la primavera coquetea aún con el invierno y se dividen los días.
Ven, tenemos la excusa justa para quedarse en cama remoloneando.

9/25/2009

caminando












Ayer me encontré con César Aira en el Parque de Rivadavia


Desde la llegada a Buenos Aires insistí, me insistí, tendría que buscar a César Aira, charlar un poco con él, simplemente ver si el mito del escritor que deambula por el barrio de Flores era real. Y entonces le pregunté a Ramponelli, el escritor que da taller en la Biblioteca de Morón y me dijo que no, que él no lo conocía. Quizá tringualando habría modo. No estoy en Buenos Aires cerca del mundo de los escritores, no es como escritor que viajo para acá. Así que seguí andando.
Alethia se aferró a ir al parque de Rivadavia, se nos hizo una buena idea. No había mucho que pensar, hay libros, hay discos, truchería... había las cosas que buscamos. Y sí, unos stands con libros de todo tipo, comerciales sí, pero alguna que otra cosa interesante entre tanto. Y gente, mucha gente que pregunta y pregunta más sobre los libros que compraría en librerías si tuviera más plata, pero no. Ahí, un 30 a 50 por ciento menos te hallas lo mismo que en librerías. De pronto algunas cosas que son extrañas, pero en general no, en general mismos autores, diferente precio. Por ahí sí algo de piratería de libro, pero de eso no se habla en los blogs es como de mal gusto, me dijeron.
Y entonces a hacer el turismo intelectual.
De camino, vimos que antes de llegar a la estación de tren Flores los edificios tienen una fachada más linda, con tejas y acabados en café, avejentados y cuidados. Así que le dije a Alethia: "mira, se nota que estamos llegando a Flores, son más lindos los edificios porque aqui vive César Aira". Ella me recriminó el "y dale con lo mismo".
Entonces pensaba en el escritor y su mito, en cómo aquel señor que tradujo para comer cientos de novelas baratas fue construytendo una "obra" con una idea, con un mito. El mito del escritor casual, del viandante y poblador de su propia tierra, que en este caso es cemento, asfalto, un barrio de Capital en Argentina.
Hace tiempo me decidí a que Ciudad X existiera, es decir una cualquier ciudad y la mía. Qué duro es decidirse a escribir desde un sitio, es una decisión complicada, corres el riesgo siempre del localismo, de jugar a ser el mejor escritor del barrio de San Bruno, por ende el único. Claro que ese sitio es cómodo para no pocos.
Y no sé qué medio por pensar en si en verdad un escritor camina nomás por la calle y de pronto escribe casi como sin querer y luego así nomás manda y le publican y al rato tiene crítica por todos lados y se lo comparan con Borges o Cortázar.
Llegamos a la estación del tren y pregunté a los compañeros si querían tomar el metro o ir caminando, preferimos caminar.
Pero tomamos el lado contrario. Así que luego de tres calles, mientras volvíamos nos atacó un hambre tremenda y luego vimos una comida china para llevar a buen precio y que no se veía mal en nada. Los cuatro pedimos el mismo paquete. Gaseosas que en México se llaman refrescos y los rollitos primavera y el guiso de pollo y hubo que comprar salsa agridulce y salsa de soya picante.
Bromeamos, a los rollitos sólo les faltaba queso, crema y lechuga para la orden de flautas. El afuera respecto del adentro es tan asible cuando se tiene un poco de cinismo que al terminar nos dimos cuenta de lo hermoso que es Buenos Aires luego de almorzar. Porque los horarios de comidas, caray que nos meten en líos.
Caminamos rumbo al Parque Rivadavia. AL llegar recordé las calles aledañas a la Universidad de Chile, el mismo tipo de puestos, las mismas colecciones de libros, sólo que en mucho mayor cantidad.
En el tercer puesto que nos detuvimos encontramos muchas cosas para mirar y Alethia halló varias para comprar. Federico comenzó a preguntar cosas sobre lo que andábamos haciendo por Buenos Aires y más porque vio las clavas en mi maleta. Federico es un chico con aretes y la barba crecida, muy amable, me recordó a Yita y charlamos un buen trecho. Le pregunté por novelas de Aira en Beatriz Viterbo y nada, él no tenía.
Charlamos entonces sobre los malabares, le conté que con tres clavas adorno el trabajo, que está complicado dedicarle demasiado tiempo a entrenar porque es algo lindo, pero hacerlo muy profesionalmente es demasiado complicado sumado a otras actividades y bueno... seguimos mirando puestos.
Hallé entonces el libro que recién le publicó Mansalva: Dante y Reina. Lo vimos en una librería de Corrientes, ¡cincuenta pesos! Demasiado, demasiado. Sí tenía las ilustraciones de un caricaturista "re piola", pero 50 pesos era demasiado. Así que lo volví a ver, justo en ese puesto donde Sergio me llamó para darme el primer tomo de los cuentos de Terramar de Ursula K. Leguin, muy difícil y caro en México, acaso unos 4 dólares. Me lo pensé. "Para luego", me dije. La idea de ir gastando tanto no me viene muy bien ahora, así que lo dejé donde lo hallaría a la vuelta si no encontraba otra cosa.
En el puesto de la esquina vi dos cosas que me jalaron de inmediato: un gato gris que no se movía de ahí y una veintena de libros en dos pesos que, se nota, hacía mucho tampoco se movían de ahí. Revisé de a uno los libros de dos pesos y nada, menos que nada. Y el gato, sentí muchas ganas de acariciarlo, de saludarlo más de cerca cuando vi que el señor del puesto no me miraba muy amablemente. Así que me di la vuelta para buscar a Xavier y Alethia cuando lo vi.
Un rostro conocido, como un viejo amigo, alguien a quien conoces pero no recuerdas exáctamente de dónde ni cómo. Fue muy extraño, venía fumando un cigarrillo, con una calma excesiva y entonces entre el desconcierto me acerqué y le dije: César.
Volteó buscando algo en mi cara que le pareciera conocido y no halló nada. Repetí, "tú eres César Aira". Con una sonrisa complaciente dijo sí.
Entonces entre el nervio y la estupidez, llegaron los compañeros, le pedí diez minutos, traté de hablar de lo he leído, de mis dudas y mis ganas al leerlo, de este blog de...
Se tenía que ir, llevaba un poco de prisa. Y se fue. Yo me quedé entre los libros, sonriente y absurdo. Me dio tiempo de comprar el libro en Mansalva, el de Dante y Reina a un precio más bajo que en la librería y me lo firmó.
"Venía pensando que me voy para México el miércoles, estaba haciendo las maletas y pensaba que ahora tenía que firmarle libros a los mexicanos y mira, ustedes vienen y yo voy..."
La realidad hizo un quiebre para mí. No la realidad del Parque Rivadavia que con pastosa calma sigue siendo, no la realidad de quienes llegan a vender sus libros para ser revendidos a más del doble de su costo. Tampoco la realidad de mis compañeros de viaje que me miraban como a un gil (así me porté), no. La realidad que se me partió en dos fue la de ver que efectivamente los mitos son así, están ahí listos para poderse comprobar. Sé poco de la fe, pero creo que me era necesario saber que sí, que se puede deambular con un pucho en calma, planeando el viaje, andando nomás.

9/23/2009

en radio...

Llegamos...


Una vez más en Buenos Aires, ahora con 45 días para contar... llevamos ya una semana y contando, sí, y contando...

9/13/2009

mundos


Inicias el camino dando un paso, simple.
Es cuestión sólo de voluntad,
sólo con voluntad se cambian los mundos.
Porque cuando caminas cambias los mundos.
Cambia el mundo que te rodea,
cambia el paisaje que se vuelve otro,
que se vuelve otro
¿Y tú?
Tú eres y no el mismo:
¿eres el camino que te rodea?
¿eres el paso?
¿el paisaje?
¿eres el mundo que cambia cuando tu mirada está puesta en un ángulo, en otro, en ningún lado?
Cambiemos los mundos
Hagamos que las puertas abran de una buena vez,
como aquella que Fernando esperó toda una vida que abriera
y, al final, cuando tocó, supo que todo ese tiempo estuvieron esperándolo
del otro lado, que era él mismo.

9/11/2009

mirá vos



Y sigues aquí, mirando a mi ventana.
Una chica, como tú, me preguntó si no me daba miedo que vieran mi alma por estas ventanas.
Y no, no me da miedo.
Le temo a olvidar mi rostro, a no recordar el porqué de cada cicatriz. Mi rostro no me da miedo, por eso mismo lleno de espejos mi casa, por eso mismo vivo de mirarme en las miradas de los demás.
Y sigues ahí, en la ventana, mirando cómo pasa la vida que no viviste. ¿Recuerdas?
A veces quisiera preguntarte y saber qué recuerdas.
Yo tengo poca memoria, no me gusta hacerme historias, soy cuentos.
Y sí, veo que te buscas en mis letras, que buscas un poco de tu historia aquí. Y entiendo, yo a veces me busco en miradas viejas, en otras muy recientes, me busco y me busco y como no hallo mucho, camino.
Últimamente camino y viaje, andar y soñar se vuelven sinónimos. Se convierten en formas de no creer del todo a las mentiras con que llenan nuestros ojos cotidianamente por la televisión.
Sabes, creo que sería una buena idea de pronto cerrar las ventanas, apagar las vías de "comunicación" y nomás sentirnos.
Te aviso que andaré fuera, le voy a dar una vuelta al mundo y regreso más tarde. SI me buscas te aseguro que andaré entre Tierra del Fuego y Tijuana, puedes preguntar por mí en algún rincón moreno, donde el maíz sea parte de la piel.
Sonrío, sueño, vivo y camino; como entonces, como siempre. Y hoy, entre la calma presurosa de comenzar un nuevo camino te escribo sin destinatario, te escribo sin aparente destino sólo para decirte calma, y reafirmar lo que ya sabes, no me oculto, no espero, no hay ningún problema... a estas alturas pareciera con claridad que un lápiz trazó el camino con pelos y señales.
¿El final del juego? Eso siempre te ha apasionado, lo sé, lo he sentido durante mucho tiempo. Este juego no tiene fin, ni finalidad en sí mismo. Es el camino y el flui la final finalidad.
Así que te digo, gracias por seguirte asomando, gracias por mirarme a los ojos por estas ventanas y sí, cuando quieras vente que nos vamos a tomar un café a compartir el mate a caminar un rato por los parques a usar de pretexto la nada a escoger libros a correr un rato por los tejados a nomás nomás por no dejar a juntar cachitos de cuentos que den cuenta de lo que fue y dicen no será porque si es de otra materia nueva será su médula sólo para contrarrestar tanta maldita mentira un poco de fantástica verdad materia pura de humanidad...

9/10/2009

Ya mi corazón está latiendo lejos, muy lejos de aquí.

9/07/2009

Vírgula Mesoaméricana en el Museo de Plaza Mayor


Vírgula eterna que juegas a confundir la mente pequeña de quienes vemos todo en cuadrado.
Ordenamos el pensamiento en cajas de letras
que están dentro de otras cajas que llamamos hojas
que a su vez se unen en cajas que llamamos libros
que guardamos en cajas que llamamos libreros
que están en las cajas que llamamos bibliotecas
que a veces están en las cajas donde nos guardamos del mundo
(cómo si eso se pudiera)
a las que llamamos casas.

Y entonces aparecen estos objetos debajo de la tierra,
cuando escarbamos para hacer las bases de nuevas cajas enormes.

Con la cabeza encajada,
no hay manera para entender una vírgula de barro
ni todo lo que fue una cultura que anulamos
invisibilizamos negamos enterramos
poniéndole cajas encima.

9/06/2009

La canción de la sirena Güerita en audio..


Desde el Noticiero Al Despertar con Yadira Hidalgo Y Pepe Ortiz Medina

Escuchalo aquí

El link directo: http://www.fileden.com/files/2009/9/6/2566656/F002.WAV



Y seguimos caminando, nuevos nombres y sonidos extraños escritos de fomas tan diversas son ahora el motivo que hace de punta de flecha. "Vuelvo al sur, como se vuelve siempre al amor".