Tengo nomás esta risa para tus miradas.
Ven aquí. Hoy hace frío.
Ven, la primavera en Castelar se va de pronto como la esperanza de un bandido.
Ven, nadie roba las primaveras
Ven que te cuento
Ven que te como...
Escuchemos entonces los sones, las chacareras, los ritmos que unos barcos trajeron hace tantos años que no queremos recordarlo. Déjame escucharlo de tu voz que yo te respondo, deja que salga de tu voz venida de Europa lo que mi tierra de maíz te responderá en amable juego de prismas.
Y acércate pues. Nada, nada, que ni del norte de acá ni del sur de allá, estos cajones con cuerdas eran de los árabes, que los dejaron a los españoles que los trajeron para cantar las misas y los indios,
nuestros indios que nosotros compramos,
nuestros indios que ni son indios ni son nuestros (espejos verdaderos... aborígenes del alma)
reconstruyeron a su entender
(que era y es y seguirá siendo mucho más de lo que suponemos)
Y entonces imitaron y ahora llamamos folclore a eso que es música nomás, folclor en espectáculos estilo Broodway y canciones limpias y llenas de ideas en pro del más desprotegido, en pro de que siga desprotegido como figurilla de museo.
¡Qué haríamos sin nuestros pobres, sin nuestros indios!
Quizá si ellos no estuvieran allá, seríamos nosotros quienes su sitio ocupáramos.
Quizá no tendríamos como centro y eje la cocacompany dictándonos su orden del mundo.
Quizá no pudieramos sentir que trabajamos que ganamos que andamos que nos movemos
cuando somos no más de ovejas en un cerco pastando nomás.
Ven, el día está lluvioso en todo Buenos Aires, porque la primavera coquetea aún con el invierno y se dividen los días.
Ven, tenemos la excusa justa para quedarse en cama remoloneando.
9/27/2009
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