Hace días que se presentó la vecinita. Tiene 7 años. Le encantaron mis títeres y casi diariamente me regala un detalle, se lleva al Chovis a jugar y me pide alguno de los muñecos cuando tiene visitas de sus amigos.
Ella es un angelito. De pronto la candela está en su punto, de pronto estoy gritando que soy un loco y que amo a las estrellas y los atardeceres y los arcoiris que se forman en las fuentes (como el sapo Roberto de Triunfo), cuando llega el y me toca la puerta. Descubro que la flor seca está a punto de incendiarse y no ocurre gracias a que ese monstrito me ha llevado un regalo nuevo: una títere globo.
A mis preguntas responde que porque no tengo a ninguna chica entre mis títeres (cosa muy cierta), luego que piensa en mí y que le gusta mucho ser mi amiga. Curioso ni ella ni yo sabemos nuestros nombres: toca a la puerta, le bajo volumen a la música y la dejo jugando en la sala mientras sigo en el estudio-taller trabajando lo mío, de pronto sale y vuelve a entrar, le ha traído una manzana o una verdura al chovito dragón.
Le llama su padre, me da las gracias y yo amable sonrío. Soy yo quien debería dar las gracias, estas cosas no le pasan a cualquiera y ¿quién carajo soy yo para que me ocurran?
El fin de semana vuelta a los buses, a las funciones en ciudades y gente diferente, a reirnos y a sacar energía de la propia risa, de la alegría de compartir todo esto. Se acerca abril, viene ya la confirmación de que uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida.
Hace tiempo, un amigo del desierto me lo dijo: a donde vayas siempre habrá alguien que te eche una mano, eres de esa clase de personas. No sé qué vio ni cómo, pero tuvo razón el querido Pepe, cuando van a ocurrir las cosas más desconcertantes "algo" o "alguien" irrumpe y listo, se sale librado de esa situación, todo se queda en connato.
Más allá de alguienes y de algonos, creo que de algún modo sirve tanta risa, tanta vibra y tanto reir de nada y caminar cantando.. total vida hay una y es esta.
Respirar, no hacer caso de los hombres grises, caminar lento tras de Casiopea hasta el lugar del tiempo. Disfrutar cada instante, no acelarar ni ansiar que todo llega, como llega ya bien pronto Luna sin Sangre, como llegan las alas que me llevarán en un largo recorrido en tren, como llega el pasing y el robo con clavas, como llega la risa de los amigos, el enredo amable, la vitalidad de este camino.
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