Más de 500 malignos virus me tuvieron fuera del mundo virtual durante dos semanas.
No puedo compartir lo difícil de
esta catástrofe, me vi en la dura necesidad de:
escribir a mano
leer de libros reales y
hacer contactos personales y no virtuales.
Entre el caos surgió la necesidad de tomar aquel viejísimo libro que no recordaba que tenía que leer. ¿Cómo es que no sabía que debía de algo? Simple, dejé que fluyera esa necesidad y casi que lo olvidé...
Pero una mañana paseando por Puebla lo topé en una edición 50% más barata y lo compré. Sí, es como una Biblia grande y gordo, pero este está divertido todo no nomás a pedacitos.
Y les comparto porque ni toda la verdad es real, ni toda realidad verdadera.
...hay muchísimos casos en los que sólo se puede hablar de la esencia de las cosas diciendo lugares comunes.
Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿sabes qué pasa? Que acaba por saber incluso lo que quiere.
Pregunté a diversas personas sobre el dolor. Y nadie sabía en qué consistía el auténtico dolor. La mayor parte de la gente de este mundo apenas lo siente de forma cotidiana.
La curiosidad hacia la vida me impulsaba a seguir viviendo, pero sólo de manera temporal. Si se lo compara con la muerte, vender el cuerpo no es algo tan grave.
Sólo tengo dieciséis años y no sé muy bien de qué va el mundo, pero una cosa sí puedo afirmar con rotundidad si yo soy pesimista, los adultos de este mundo que no son pesimistas son un hatajo de idiotas.
En algún lugar lejano había una isla de mierda. No tenía nombre, No valía la pena ponerle ninguno. Era una isla de mierda con forma de mierda. Allí crecían palmeras con forma de mierda. Y las palmeras daban cocos que olían a mierda. Pero allí vivían monos de mierda que adoraban a los cocos que olían a mierda. Y cagaban mierda de mierda. La mierda caía al suelo, aumentaba la capa de mierda y las palmeras de mierda que ahí crecían eran cada vez más de mierda. Un círculo vicioso (...) Mirándote me he acordado de la historia de la isla de la mierda. (...) A lo que me refiero es que hay un tipo de mierda, un tipo de pudredumbre, cierta tenebrosidad que se autoalimenta y, formando un círculo vicioso, crece con celeridad. Cuando se sobrepasa cierto punto, nadie lo puede detener...
Todas las cosas son complicadas y simples a la vez. Ésta es la regla fundamental que gobierna el mundo (...). Y no debemos olvidarlo. Incluso las cosas que parecen complicadas -y que en realidad lo son- tienen un móvil extremadamente simple: QUÉ SE ESTÁ BUSCANDO, sólo eso. Y lo que llamamos móvil es, por así decirlo, el origen del deseo. Lo importante es seguir la raíz del deseo. Cavar en el terreno de esa complejidad que llamamos lo real. Seguir cavando de forma indefinida. Seguir cavando más y más hasta el extremo de la raíz. Entonces (...) todo se aclara pronto. Así es como funciona el mundo. Las personas necias no pueden escapar de esta complejidad aparente. Y, sin entender ni una sola cosa del funcionamiento del mundo, permanecen en la oscuridad y mueren buscando aturdidos una salida. Están desorientados como si se encontraran en el interior de un bosque espeso o en el fondo de un profundo pozo. Y están perdidos porque no comprenden el principio fundamental de las cosas. En su cabeza sólo hay basura y rocas. Ni siquiera saben distinguir entre adelante y detrás, entre arriba y abajo, entre norte y sur. por eso jamás podrán escapar de la oscuridad.
Citas de CRÓNICA DEL PÁJARO QUE DA CUERDA AL MUNDO, Hariki Murakami. Tusquets.