Los ojos de la pequeña se pusieron encima de los míos. Su mirada era tierna, ella misma se convirtió para mí en la imagen de la ternura cargando a un bebé de un año que casi le llega a la cintura. ¿Cómo es que no se quiebra su cintura cuando carga al bebé?
El bebé es lo más importante para ella en este momento de su vida, pero al bebé de pronto se le llenan los bronquios de flemas y casi no puede respirar. Hacían algunos meses que eso no ocurría y ahora ha vuelto a pasar.
Pensé en postear sobre los cuentos, sobre la alegría que siento cuando los niños se quedan picados y quieren más cuentos y ver más muñecos... pero no. En realidad, lo más importante ahora es que el pequeño logre superar esas crisis. Y no sé cómo hacer sentir bien a la pequeña, quisiera darle un abrazo, porque ella es un ser humano extraordinario. Me dio miel con zanahoria para quitarme la ronquera, me dio un té delicioso que me devolvió la calma, me ofreció una charla deliciosa y ahora, nuevamente, atiende las molestias del bebé.
A menudo ocurre que no entendemos cómo a tanta armonía pueden corresponder momentos tan duros, situaciones que por lo grotesco nos decepcionan, nos rebasan. No entiendo un carajo de la vida, pero sé que son sólo momentos, espacios de sensaciones que pasan. Quiero decir que hay rachas muy malas, aburridas, estables y otras de locura total, de estrés y decepciones. Pero es necesario aprender a dejar que el tiempo ocurra, no que "pase", sino que ocurra.
Quiero abrazar muy fuerte a la pequeña mamá, porque está furiosa, porque tiene razón en estarlo. No me imagino sintiendo a un hijo. Quisiera sentirlo, no imaginarlo. Por ahora me conformo con muñecos, que también se hacen a veces entre dos.
10/28/2005
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