simplemente lo sentimos, no podemos ubicar dónde, ni su intensidad, ni su fuente, pero lloramos sin parar esperando alguien se apiade y nos dé la cura...Quisiera seguir escribiendo, pero debo volver a mi cuarto, dejé solas unas palabras y me ha pedido la tortuga, amiga del árbolito, que cuide mis palabras.


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