Mauricio, siempre tan tolerante, dejó ese bar atrás. Pero al salir se sumó una tercera amiga, cancelando los planes de ir a una discoteca.
Entonces más bares, entonces más cervezas y mucho reír, mucho celebrar la vida. Ay, este Mauricio está muy loco últimamente. Decidió venirse abajo con todo y él mismo, el resultado fue que descubrió que lo angelitos cuando caen, del cielo no pasan (Hello cocodrilo).
Entonces, durante el amanecer, ella abrió sus labios. Ella abrió su corazón. Ella y tan ella que sólo fue necesario cubrirse en un abrazo honesto para que toda la celebración de la vida pudiera usar en ese instante la primera persona del plural.
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