
Yo, lo que creía ser, mi ser de promesas y discursos, el ego exaltado se fisuró para acabar partiéndome en fragmentos disimiles.
Ahora estoy soniendo, me gustan los pedazos perfectamente repartidos en diferentes estadíos. Me gusta tener que callar todo esto y exponerme a ratos. Me gusta dormirme y aburrirme de los adultos y sus charlatanerías. Me gusta ser un adulto reservado que se vuelva un niño juguetón y sin sentido. Me gusta la vida de ser fragmentado, de ocultar el amor que no puedo sostener, de exponerme con la boca cerrada y los ojos atentos, me gusta mirar a la gente a los ojos en la calle, me gustan las palomas mensajeras con noticias simples: se vive, me gusta estar en casa tirado con el libro en las manos y quedarme dormirdo y despertar sin temores ni añoranzas, me gusta sentirme en la completa libertad de quedarme donde estoy, me gusta mirar adelante sin mentiras, me gusta callar y ser honesto, me gusta sentirme así.
Son por hoy demasiadas alegres sorpresas, algunas confirmaciones y otros desahogos. Sonrío porque sigue el camino hacia tierras increíblemente extrañas, lejanas, concretas algunas y sublimes otras.
Bueno, ya es hora de quitarse el casco, es tiempo de beber el antídoto y volver a la realidad.
A la vida.
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